Un deseo profundo pone de manifiesto una carencia honda; una frivolidad manifiesta también una carencia.
La estructura del
hombre le impide contentarse con lo que es y lo que tiene.
Algo de esto le
entiendo a Manzoni cuando dice que
«Basta a menudo un
deseo para quitarle la paz a un hombre;
Basta spesso una voglia, per non lasciar ben avere un uomo»,
Manzoni, A., Los novios (I promessi sposi), XVII
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