Pudiera ser que los sueños sean mera ilusión, un mecanismo natural para relajar la tensión que nos produce la vida. Entonces los bonitos sueños serían un narcótico, un opiáceo, que nos alejaría de la realidad. Y el soñador sería un iluso.
Podría ser que los sueños formen parte, y parte esencial, de
la vida. Entonces serían un mecanismo natural para entender mejor la vida, para
cargarnos de ánimo. Y la ilusión sería el temple del soñador.
Algo de esto le entiendo a McCarthy cuando dice que
«los sueños correctos para un hombre en peligro eran sueños
de peligro y que lo demás era solo la llamada de la languidez»,
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