Hay personas, instituciones y situaciones con poder para hacer sufrir, para provocar miedo, para generar acciones y ambientes malsanos.
Es comprensible
que el valor da vértigo y, por eso, la maldad se apoya en el ánimo encogido de
algunos. O eso le entiendo a Manzoni:
«la iniquidad no se funda sólo en sus propias fuerzas, sino
también en la credulidad y el miedo ajenos;
l’iniquità non si fonda soltanto sulle sue forze,
ma anche sulla credulità e sullo spavento altrui»,
Manzoni, Los novios, XXVI, 466
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