Tener deseos es humano, normal.
Apuntan a
nuestras carencias y limitaciones. Y a nuestra capacidad de organizar
sensatamente vulnerabilidad e impulso, inteligencia y libertad.
Pero no siempre
se triunfa. Hay vidas que se malogran.
Algo de esto le
entiendo a Houellebecq cuando dice que
«la sociedad erótico-publicitaria en la que vivimos se empeña en organizar el deseo, en aumentar el deseo en proporciones inauditas, mientras mantiene la satisfacción en el ámbito de lo privado»,
Houellebecq, Las
partículas elementales, 160
No hay comentarios:
Publicar un comentario