De alguna manera, madurar es abandonar el hogar para conquistar el mundo y nuestra propia vida.
Después
entendemos que nos hemos ido del lugar donde hemos sido queridos
incondicionalmente.
Y toda
nuestra vida es ya un intento de volver. O algo de esto le entiendo a
Hesse:
«“Nunca
vuelves a casa”, dijo amablemente [Frau Eva]. “Pero cuando convergen caminos
amistosos, el mundo entero parece estar en casa durante una hora”;
„Heim
kommt man nie,“ sagte sie freundlich. „Aber wo befreundete Wege zusammenlaufen,
da sieht die ganze Welt für eine Stunde wie Heimat aus.“ »,
Hesse,
H., Demian, 173.
No hay comentarios:
Publicar un comentario