sábado, 18 de mayo de 2013

Ordenadores en las aulas: Otro gasto inútil




Una millonada se va a gastar el gobierno para que los chiquillos de Primaria tengan ordenadores. La primera página de los diarios nos trae la noticia que anunció el señor Rafael González Tovar, delegado del Gobierno.

La cuestión es que se trata de una iniciativa del gobierno de España. Y me parece bien que quienquiera que haga algo le saque rentabilidad mediática, que se haga propaganda. Me parecería mejor si, además, se hiciera responsable de los resultados.
 
Y por ahí quería ir yo. Está bien eso de los ordenadores, es moderno, mola. Pero ¿mejora la enseñanza? ¿hay datos? ¿hay estudios? Pues resulta que sí. Vamos a ver alguno, a ver qué pasa.

Dice González Tovar, según recoge La Opinión en su edición del martes 31 de mayo que «si en Murcia hay un ordenador por cada 8 ó 10 alumnos, en comunidades como la extremeña es uno por cada dos alumnos». O sea que la modernidad que nos traen ahora ya está en otros sitios como Extremadura. ¿Y qué tal les va a los extremeños en Pisa y en las evaluaciones de diagnóstico? Porque si están mejor, quizá podría pensarse que la causa es la proporción de ordenadores. Pues resulta que no, que están por debajo. En Pisa ni se han presentado (podemos suponer que para no humillar al resto de Comunidades con su apabullante superioridad, pero también podemos imaginar otras explicaciones); en la Evaluación general de diagnóstico están un punto por encima de Murcia en un indicador, por debajo en el resto. Bueno, pues me parece que para este viaje no hacen falta alforjas.

Pero no sólo está Extremadura. Fijémonos sólo en dos datos más: uno lo proporciona el propio Ministerio de Educación y otro lo saco del llamado “Informe Telefónica sobre la tecnología educativa” (2008).

La última evaluación general de diagnóstico publicada por el Ministerio de Educación decía que «del análisis de los datos no puede afirmarse nada concluyente sobre cómo influye en los resultados el uso más o menos frecuente de internet» (p. 178). Y uno se queda perplejo: si no se puede decir nada concluyente, si no sabemos si los alumnos que usan las nuevas tecnologías mejoran o no, ¿no es una locura lanzarse a gastos millonarios? Juntando ambas cuestiones, lo que el señor González Tovar dice es lo siguiente: no sabemos si esto funciona o no, pero ahí van cinco millones de euros.

Mal asunto. Peor, porque la cosa no acaba aquí. Porque después se ha sabido que el Ministerio ocultó los datos ya que una vez más la realidad quería estropearle su bonito titular. ¿Y qué decían los datos?, ¿Qué fue lo retirado del primer informe? En el informe original podía leerse que «los alumnos que dicen no usar nunca o casi nunca el ordenador en clase (51%) tienen una puntuación más elevada en las cuatro competencias». La revista Magisterio, en su edición de 3 de diciembre de 2010, fue una de las publicaciones que se hizo eco y subrayó que «el Ministerio retiró del informe final estos resultados que alertan de la posibilidad de que la introducción de ordenadores en el aula puede ser académicamente contraproducente, como ya algún estudio basado en Pisa y publicado por Magisterio también ha señalado» (p. 6).

 Si esto es así, que parece que sí, ¿a qué se puede deber este empeño en ordenar a los alumnos? Muy brevemente me referiré al informe de la Fundación Telefónica que, por supuesto, señala también que existe una enorme «unanimidad en identificar una falta de relación entre el uso de las Tic y los resultados escolares» (p. 224). El propio informe señala que cuanto más cerca del aula se halla quien valora el papel de las Tic, menos utilidad les ve y, a la inversa, quien menos conoce el aula es quien tiene una visión más entusiasta (p. 120).

Así llegamos a que, al final, la introducción de las Tecnologías en el aula es una decisión política que tiene la vista puesta no en la mejora de la enseñanza (de ahí que no se recaben o se oculten directamente los datos sobre el particular). Tal decisión es adoptada por políticos, es decir, personas ajenas al mundo educativo, con un interés no centrado en la mejora escolar sino en mostrar que se “hace algo”, que se tiene un plan para paliar el creciente fracaso escolar.

De modo que se gasta muchísimo dinero en contra de lo que dicen los datos, en contra de la opinión de la mayoría de los profesores (a los que se forzará, mediante cursos y penalizando su baremación docente si no entran por el aro) para conseguir una buena portada de periódico. Los docentes estamos ya cansaditos, indignados incluso, con ese modo de erosionar la enseñanza.

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