Una millonada se va a gastar el gobierno para que los
chiquillos de Primaria tengan ordenadores. La primera página de los diarios nos
trae la noticia que anunció el señor Rafael González Tovar, delegado del
Gobierno.
La cuestión es que se trata de una iniciativa del gobierno
de España. Y me parece bien que quienquiera que haga algo le saque rentabilidad
mediática, que se haga propaganda. Me parecería mejor si, además, se hiciera
responsable de los resultados.
Y por ahí quería ir yo. Está bien eso de los ordenadores, es
moderno, mola. Pero ¿mejora la enseñanza? ¿hay datos? ¿hay estudios? Pues
resulta que sí. Vamos a ver alguno, a ver qué pasa.
Dice González Tovar, según recoge La Opinión en su edición del
martes 31 de mayo que «si en Murcia hay un ordenador por cada 8 ó 10 alumnos,
en comunidades como la extremeña es uno por cada dos alumnos». O sea que la
modernidad que nos traen ahora ya está en otros sitios como Extremadura. ¿Y qué
tal les va a los extremeños en Pisa
y en las evaluaciones de diagnóstico? Porque si están mejor, quizá podría
pensarse que la causa es la proporción de ordenadores. Pues resulta que no, que
están por debajo. En Pisa ni se
han presentado (podemos suponer que para no humillar al resto de Comunidades
con su apabullante superioridad, pero también podemos imaginar otras explicaciones);
en la Evaluación
general de diagnóstico están un punto por encima de Murcia en un indicador, por
debajo en el resto. Bueno, pues me parece que para este viaje no hacen falta
alforjas.
Pero no sólo está Extremadura. Fijémonos sólo en dos datos
más: uno lo proporciona el propio Ministerio de Educación y otro lo saco del
llamado “Informe Telefónica sobre la tecnología educativa” (2008).
La última evaluación general de diagnóstico publicada por el
Ministerio de Educación decía que «del análisis de los datos no puede afirmarse
nada concluyente sobre cómo influye en los resultados el uso más o menos
frecuente de internet» (p. 178). Y uno se queda perplejo: si no se puede decir
nada concluyente, si no sabemos si los alumnos que usan las nuevas tecnologías
mejoran o no, ¿no es una locura lanzarse a gastos millonarios? Juntando ambas
cuestiones, lo que el señor González Tovar dice es lo siguiente: no sabemos si esto
funciona o no, pero ahí van cinco millones de euros.
Mal asunto. Peor, porque la cosa no acaba aquí. Porque
después se ha sabido que el Ministerio ocultó los datos ya que una vez más la
realidad quería estropearle su bonito titular. ¿Y qué decían los datos?, ¿Qué
fue lo retirado del primer informe? En el informe original podía leerse que «los
alumnos que dicen no usar nunca o casi nunca el ordenador en clase (51%) tienen
una puntuación más elevada en las cuatro competencias». La revista Magisterio, en su edición de 3 de
diciembre de 2010, fue una de las publicaciones que se hizo eco y subrayó que «el
Ministerio retiró del informe final estos resultados que alertan de la
posibilidad de que la introducción de ordenadores en el aula puede ser académicamente contraproducente, como
ya algún estudio basado en Pisa y
publicado por Magisterio también ha
señalado» (p. 6).
Si esto es así, que
parece que sí, ¿a qué se puede deber este empeño en ordenar a los alumnos? Muy
brevemente me referiré al informe de la Fundación Telefónica
que, por supuesto, señala también que existe una enorme «unanimidad en
identificar una falta de relación entre el uso de las Tic y los resultados escolares» (p. 224). El propio informe
señala que cuanto más cerca del aula se halla quien valora el papel de las Tic, menos utilidad les ve y, a la
inversa, quien menos conoce el aula es quien tiene una visión más entusiasta
(p. 120).
Así llegamos a que, al final, la introducción de las
Tecnologías en el aula es una decisión política que tiene la vista puesta no en
la mejora de la enseñanza (de ahí que no se recaben o se oculten directamente
los datos sobre el particular). Tal decisión es adoptada por políticos, es
decir, personas ajenas al mundo educativo, con un interés no centrado en la
mejora escolar sino en mostrar que se “hace algo”, que se tiene un plan para
paliar el creciente fracaso escolar.
De modo que se gasta muchísimo dinero en contra de lo que
dicen los datos, en contra de la opinión de la mayoría de los profesores (a los
que se forzará, mediante cursos y penalizando su baremación docente si no
entran por el aro) para conseguir una buena portada de periódico. Los docentes
estamos ya cansaditos, indignados incluso, con ese modo de erosionar la
enseñanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario