sábado, 11 de mayo de 2013

¡Que vuelve el Opus!




La verdad es que no consta que el Opus se hubiera ido. Pero la izquierda bobesponja lo había olvidado. Y es que su memoria es corta. Se reclama histórica, se manifiesta histérica pero es corta, sobre todo, corta. Y es lógico: haría falta mucha memoria para mantener presente tanto cliché.

Por eso, lo de menos es el Opus, lo importante es: “¡Que vienen los malos!”. Está claro que los malos son los otros. Nosotros somos los buenos, vivimos en una piña en el fondo del mar, lejos de la maldad del mundo real. Pero como estas formulaciones son demasiado abstractas, hay que concretar. Porque a veces los buenos, nosotros, somos los socialistas; y otras veces, cuando nos sale un socialista tipo Gadafi, pongo por caso, entonces hay que avisar a los muchachos de que no, que ese socialista de la Internacional socialista no es de los nuestros.


Para esa ardua tarea tiene la progresía sus consignas. Y por ahí nos llega esta última concreción de la maldad: ¡Que viene el Opus! ¿y qué querrá ahora el dichoso Opus? Nada más y nada menos que ellos (los malos, los del Opus) quieren usar el dinero público para sus colegios elitistas, sexistas y discriminadores. Y ahí están Nelva y Monteagudo, con denuncia incluida interpuesta por UGT (los nuestros, los buenos).

Y ya está el argumentario montado. Los unos que si lo que quieren es una educación así, que se la paguen con su dinero; los otros, que el dinero ese no es del viento sino del contribuyente y, por tanto, que tienen tanto derecho como cualquiera y que, además, hay datos para cansar que muestran que las niñas educadas así tienen resultados muy superiores. Y un largo rifirrafe. Porque de leerse las 30 páginas del anteproyecto de la Ley de Igualdad de trato, ni hablamos.

No hay que dejar que los árboles nos impidan ver el bosque.

Y es que este resurgir del Opus tiene una causa, que no es otra que el oráculo de Leire ha abierto su boca para ponernos una mordaza preventiva. Es preventiva porque tal como está concebida, de entrada todos somos culpables. Se nos concede el derecho a demostrar que somos inocentes. Concretemos con un ejemplo. Dice en el artículo 19 que usted no puede alquilar o vender su casa a quien le dé la realísima gana: “En particular, queda prohibido: a) Rehusar una oferta de compra o arrendamiento, o rehusar el inicio de las negociaciones o de cualquier otra manera impedir o denegar la compra o arrendamiento de una vivienda por razón de alguna de las causas de discriminación previstas en la presente ley, cuando se hubiere realizado una oferta pública de venta o arrendamiento”.

¿Y qué pasa si alguien a quien usted no le ha alquilado el piso le denuncia amparándose en esta ley? Pues que la tiene bastante cruda, ya que tiene usted que justificar por qué no le ha alquilado el piso al demandante, no vaya a ser que usted no se lo haya alquilado porque es mujer, o porque es hombre (que no se sabe qué es peor) o porque es gigante o enano, y de etnias, creencias y hábitos higiénicos ni hablamos. Porque me parece que eso es lo que quiere decir la ley: “corresponderá a la parte demandada o a quien se impute la situación discriminatoria la aportación de una justificación objetiva y razonable, suficientemente acreditada, de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad.” (art. 28).

Naturalmente, aprovechando que la crisis está remitiendo desde hace varios años, crea un organismo para estos menesteres (Título III, art. 37-41). Es de suponer que ese organismo nos saldrá casi gratis porque, por ejemplo, como no alquile usted el piso a la persona adecuada le puede caer una multa de hasta 60.000 euros (art. 44) y algo habrá que hacer con ese dinerito.

No reprocho al sol que nos achicharre, porque el astro rey es así. Tampoco recrimino a los socialistas que nos quieran imponer la culpabilidad preventiva, porque son así: el acoso a la libertad es una seña de identidad de la izquierda (miren la historia del siglo XX, vean los países donde se ha impuesto la izquierda y me lo cuentan). Ni les echo en cara que usen al Opus como cortina de humo porque la mentalidad de la izquierda bobesponja necesita un enemigo que justifique su maniqueísmo simplón (si lo hacen los míos, es bueno). Lo que no acaba de gustarme es su escasa memoria: mediante el primer mecanismo que la democracia puso en nuestras manos, el 22 de mayo, expresamos nuestro deseo respecto a ellos. Y ya se les ha olvidado. Se lo recuerdo: váyanse, déjennos en paz de una vez.

Va a parecer que la izquierda sólo es democrática y partidaria de la libertad cuando no está en el poder. Indignante lo de esta gente.

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