La verdad es que no consta que el Opus se hubiera ido. Pero
la izquierda bobesponja lo había olvidado. Y es que su memoria es corta. Se
reclama histórica, se manifiesta histérica pero es corta, sobre todo, corta. Y
es lógico: haría falta mucha memoria para mantener presente tanto cliché.
Por eso, lo de menos es el Opus, lo importante es: “¡Que
vienen los malos!”. Está claro que los malos son los otros. Nosotros somos los
buenos, vivimos en una piña en el fondo del mar, lejos de la maldad del mundo
real. Pero como estas formulaciones son demasiado abstractas, hay que
concretar. Porque a veces los buenos, nosotros, somos los socialistas; y otras
veces, cuando nos sale un socialista tipo Gadafi, pongo por caso, entonces hay
que avisar a los muchachos de que no, que ese socialista de la Internacional
socialista no es de los nuestros.
Para esa ardua tarea tiene la progresía sus consignas. Y por
ahí nos llega esta última concreción de la maldad: ¡Que viene el Opus! ¿y qué
querrá ahora el dichoso Opus? Nada más y nada menos que ellos (los malos, los
del Opus) quieren usar el dinero público para sus colegios elitistas, sexistas
y discriminadores. Y ahí están Nelva y Monteagudo, con denuncia incluida
interpuesta por UGT (los nuestros, los buenos).
Y ya está el argumentario montado. Los unos que si lo que
quieren es una educación así, que se la paguen con su dinero; los otros, que el
dinero ese no es del viento sino del contribuyente y, por tanto, que tienen
tanto derecho como cualquiera y que, además, hay datos para cansar que muestran
que las niñas educadas así tienen resultados muy superiores. Y un largo
rifirrafe. Porque de leerse las 30 páginas del anteproyecto de la Ley de Igualdad de
trato, ni hablamos.
No hay que dejar que los árboles nos impidan ver el bosque.
Y es que este resurgir del Opus tiene una causa, que no es
otra que el oráculo de Leire ha abierto su boca para ponernos una mordaza
preventiva. Es preventiva porque tal como está concebida, de entrada todos
somos culpables. Se nos concede el derecho a demostrar que somos inocentes.
Concretemos con un ejemplo. Dice en el artículo 19 que usted no puede alquilar
o vender su casa a quien le dé la realísima gana: “En particular, queda
prohibido: a) Rehusar una oferta de compra o arrendamiento, o rehusar el inicio
de las negociaciones o de cualquier otra manera impedir o denegar la compra o
arrendamiento de una vivienda por razón de alguna de las causas de
discriminación previstas en la presente ley, cuando se hubiere realizado una
oferta pública de venta o arrendamiento”.
¿Y qué pasa si alguien a quien usted no le ha alquilado el
piso le denuncia amparándose en esta ley? Pues que la tiene bastante cruda, ya
que tiene usted que justificar por qué no le ha alquilado el piso al
demandante, no vaya a ser que usted no se lo haya alquilado porque es mujer, o
porque es hombre (que no se sabe qué es peor) o porque es gigante o enano, y de
etnias, creencias y hábitos higiénicos ni hablamos. Porque me parece que eso es
lo que quiere decir la ley: “corresponderá a la parte demandada o a quien se
impute la situación discriminatoria la aportación de una justificación objetiva
y razonable, suficientemente acreditada, de las medidas adoptadas y de su
proporcionalidad.” (art. 28).
Naturalmente, aprovechando que la crisis está remitiendo
desde hace varios años, crea un organismo para estos menesteres (Título III, art.
37-41). Es de suponer que ese organismo nos saldrá casi gratis porque, por
ejemplo, como no alquile usted el piso a la persona adecuada le puede caer una
multa de hasta 60.000 euros (art. 44) y algo habrá que hacer con ese dinerito.
No reprocho al sol que nos achicharre, porque el astro rey
es así. Tampoco recrimino a los socialistas que nos quieran imponer la
culpabilidad preventiva, porque son así: el acoso a la libertad es una seña de
identidad de la izquierda (miren la historia del siglo XX, vean los países
donde se ha impuesto la izquierda y me lo cuentan). Ni les echo en cara que
usen al Opus como cortina de humo porque la mentalidad de la izquierda
bobesponja necesita un enemigo que justifique su maniqueísmo simplón (si lo
hacen los míos, es bueno). Lo que no acaba de gustarme es su escasa memoria:
mediante el primer mecanismo que la democracia puso en nuestras manos, el 22 de
mayo, expresamos nuestro deseo respecto a ellos. Y ya se les ha olvidado. Se lo
recuerdo: váyanse, déjennos en paz de una vez.
Va a parecer que la izquierda sólo es democrática y
partidaria de la libertad cuando no está en el poder. Indignante lo de esta
gente.
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