viernes, 13 de junio de 2014

Un sherpa en la Gran vía (1)


Un sherpa en la Gran Vía (1)




Manuel Ballester


Hoy es noticia el examen de 4º de Primaria (evaluación de diagnóstico, la llaman). El miércoles que viene será en 2º de Eso. En total, cerca de 40.000 alumnos ¿Qué saldrá de ahí? Miles de datos, montañas de información.


Llevamos años con estas evaluaciones. Hasta ahora, los datos se protegían cuidadosamente en un búnker, no fuera a ser que alguien se enterara de cómo estaba el patio. Es mérito del actual Consejero de Educación haber impulsado la transparencia. Es un paso en la dirección correcta. ¡Muy bien!

Estamos rodeados de información. Más de la que podemos asimilar. No es cuestión de cantidad. No se trata de tener acceso a megagigabites de información. La información tiene que cumplir dos requisitos: tener relación con el asunto que llevamos entre manos y ser comprensible.

Si el asunto es escalar el Everest, basta echarle un vistazo al musgo, el viento, las estrellas y estas cosas relevantes y tan inmediatamente comprensibles para cualquiera… que sea un sherpa.

Pero coloquen al sherpa en la Gran vía, a ver qué pasa. Porque la información también está ahí: perfectamente delimitado por dónde van los peatones, los ciclistas, los coches; los semáforos informan si toca avanzar o no; las señales de tráfico y la cartelería podrán, en fin, acabar de orientar a cualquiera… que sea un urbanita. Porque el sherpa, fijo que se nos pierde, aunque tenga delante de sus narices toda la información.

Hay que ser cuidadosos, el ambiente está tenso ahora que sabemos cómo fueron informados los compradores de preferentes o cuotas participativas de la Cam. Conviene no actuar de aquella manera, porque en educación también llovería sobre mojado.

Hace años, recordarán, las notas se daban en una escala numérica de 0 a 10. Era una información que tenía que ver con el asunto, con lo que los chicos hacían en la escuela. Y todo el mundo entendía aquello. Llegó la época de los pedagogos y la información pasó a ser NM (Necesita mejorar), PA (Progresa adecuadamente) y cosas así. Se daba información, sí, como en las preferentes. Cuando volvimos a los numeritos, ya fuimos entendiendo mejor qué significaba esa cláusula techo de NM y PA y el por qué de nuestro desahucio educativo.

Parece que en educación estamos en un cambio de paradigma. No es que se vayan los pedagogos, no. Es que están desembarcando ahora economistas, politólogos, coachingueros, sociólogos y otros expertos a los que el gran Alberto Royo denomina “Charlatanes de nuestros días”. Le decía a Alberto que no hay que perder la esperanza, que quizá algún día se cansen de pifiarla y pregunten a los profesores.

Se nos va a proporcionar información. Para ser precisos, dice la convocatoria que se pondrá a nuestra disposición “el resultado tipificado obtenido por cada centro escolar teniendo en cuenta el índice socioeconómico y cultural”.

El índice ese, el Isec, ¿será relevante?, ¿será comprensible? Dice Pisa que no entendemos la factura de la luz y los expertos quieren que entendamos el Isec, la letra pequeña de las cuotas participativas, las instrucciones de Ikea y las runas de Rivendel. Lo de la Cam no tiene remedio, las runas son cosa de Gandalf, ante Ikea claudico sin más, pero con el Isec voy a intentarlo, a ver.

En los resultados que obtienen los alumnos intervienen distintos factores: la inteligencia, el esfuerzo, si hay o no algún tipo de minusvalía o sobredotación, lo que sabe el profesor, lo que el sistema permite o prohíbe, el ambiente familiar y un largo etcétera.

No todos los factores tienen el mismo peso. El Isec influye un 16%. Eso es mucho. Quizá sea, junto a la inteligencia, el factor más poderoso de los que el sistema no puede cambiar. Cada uno llega al centro siendo más o menos inteligente y con Isec más o menos alto. Lo que sí puede hacer un sistema educativo es compensar las desigualdades del Isec. Si no lo hace, ya sabemos algo del sistema: que es malo. Insisto: un sistema educativo fuerte compensa las desigualdades de Isec, no se escuda en factores externos.

El Isec de un centro tiene mucho que ver con la zona en que está situado. Un centro en un barrio degradado tendrá, en principio, un Isec bajo; el de un centro en una zona “bien”, será alto. Esa información es pertinente, claro; y explica un 16%. Uno podría preguntarse si hay alguien, que no sea un experto educativo, que lo ignore. A ver si nos estamos gastando una millonada para que unos gráficos concluyan lo que sabe cualquiera que se dé un paseíto por el barrio.

Y, para que nos entendamos, eso de tener en cuenta el Isec, ¿qué significa?, ¿cómo nos van a dar esa información?

Para que los no expertos nos enteremos, me parece que tendría que ser algo como lo siguiente. Voy a usar la nomenclatura de 0 a 10, porque es más cómoda. Pongamos que la media de resultados de Murcia esté en un 5, también por simplificar las cosas. Si un centro tiene un Isec alto, significa que cabe esperar que su media esté en el 6'5; si lo tiene bajo, lo esperable es que esté en torno al 3'5. Esos resultados serían los esperables, los normales. De modo que si un centro con Isec alto obtiene un 6, es malo; mientras que un centro con Isec bajo que obtenga un 4, es un buen centro. O sea, que hay centros (como hay alumnos) que aunque obtengan un 4, un suspenso, sin embargo están sacando un gran partido a sus pobres posibilidades; y hay centros (como hay alumnos) que con un 6 están realizando un papel penoso. Bien. Esto lo entendemos todos.

Pero si la información que se ofrece es que un centro está por encima de (o por debajo, o justo en) lo esperado, eso se parece mucho a NM o PA. La información pertinente incluirá más; al menos, el resultado del centro (sea 3 ó 7), el resultado esperable según el Isec, su desviación y la media de la región. Si falta alguno de estos datos, no se está ofreciendo la información significativa y de modo comprensible. Si dan más datos, que cada uno mire lo que le interese.

Eso sería hacer bien las cosas. Así todos contentos: los expertos se enteran de cómo está el barrio e intentan hacerle el boca-boca al sistema o se quedan en la parálisis del análisis, que también podría ser; los padres nos enteramos de cómo están los colegios e intentamos salvar a nuestros hijos. Cada uno a lo suyo y todos tan contentos.

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