Un Sherpa en la Gran vía (y 2)
Manuel
Ballester
Ayer realizaron la
evaluación de diagnóstico los alumnos de 2º de la Eso. El jueves pasado les tocó a los de 4º de Primaria.
Un examen, ¡Qué nervios!
Esta evaluación es
meramente informativa, el alumno no se juega pasar o no de curso. Ni siquiera,
caso de mostrar su absoluta ignorancia, tendrá que "recuperar" más
adelante. Nada. No obstante, se le llame como se le llame, es un examen.
Un mal día lo tiene
cualquiera. Y un profesor sabe que hay grupos de alumnos con chispa y otros con
los que hay que sudar la gota gorda. De modo que si puede ser que un alumno obtenga
una mala calificación porque ha tenido un mal día, también puede ocurrir que la
mala suerte haya puesto en las manos del profesor a un grupo con el que no hay
manera.
Se cuenta, además, que
hay quien ha hecho trampa. Toda una novedad, oiga: que hay gente que copia en
los exámenes, que miente en su currículum, hace retoques con photoshop, que se salta la dieta y los semáforos
en ámbar. Algunos, enemigos de la trasparencia, alegan falta de rigor. Son los
partidarios de mantener el sistema en el rigor
mortis hasta que no tengamos garantías de que todo va a ser perfecto.
Eso, ya digo, lo sabe
cualquiera. Son problemas sobre los que los expertos educativos organizan
congresos, jornadas y demás entretenimientos. Los profesores no le damos tantas
vueltas. Lo tenemos resuelto desde hace siglos y, por eso, a los alumnos se les
hacen varios exámenes a lo largo de un curso. Así se compensa el posible
"mal día" del que nadie está libre o la "ayuda" externa
ocasional. Y del mismo modo, el problema de la trampa o, por el contrario, del
mal curso que hace quedar mal a su profesor y a su colegio se resuelve
publicando los resultados de varios años. Se trata de una información que está
en manos de la Consejería de educación. Pues que se publique: más transparencia
y un problema menos. Todos ganamos.
En cualquier caso, eso de
publicar los resultados hay que hacerlo bien, con rigor, que se puede dar
información, inundar a la gente con gráficos, cuadros, croquis y tablas, y
dejarlos como un Sherpa ante el plano del tranvía. Está bien eso de informar,
pero el bien hay que hacerlo bien.
Dice la convocatoria de
estas pruebas que se "pondrá a disposición de todos los sectores de la
comunidad educativa el resultado tipificado obtenido por cada centro escolar".
Y uno, que ya viene escamado por la letra pequeña de la hipoteca, se pregunta
qué será eso de la "comunidad educativa". Si se tratara de echarle la
culpa de la burricie y la molicie de los chiquillos, del calentón global y
cosas de esas, estaría claro: la comunidad educativa somos todos, los malos
resultados son responsabilidad del conjunto de la sociedad (de unos sectores
más que de otros, cabría añadir, pero eso es otra historia). Espero que ahora
la "comunidad educativa" sigamos siendo todos y no nos cambien las
reglas a mitad de partido.
Si saber cómo está el
patio es significativo para las autoridades educativas, o la directiva o los
profesores del centro, también forman parte de la comunidad educativa todas las
familias que tienen hijos en el centro e, incluso, quienes no los tengan todavía
y quieran información sobre cómo van los colegios de la zona en la que viven
para elegir dónde llevarán a sus retoños. Al fin y al cabo, son los impuestos
de todos los ciudadanos (aunque no tengan a sus hijos en el centro) quienes
pagan el sistema, los centros, los salarios… todo. No sé yo si quienes "sólo"
pagan forman parte de la "comunidad educativa" o les vamos a aplicar
el principio de "paga y no preguntes". Y la trasparencia exige rendir
cuentas, dar los datos para que se sepa cómo se gestionan los dineros que el
Estado saca de los bolsillos mediante los impuestos.
O, dicho de otro modo, para
hacer bien las cosas, hay que ofrecer el resultado de cada centro, el resultado
esperable según el índice socioeconómico y cultural (Isec), su desviación y la media de la región. Y esa información
tiene que estar disponible para todos los que quieran conocerla.
Este curso se ha empezado
a hacer pública parte de la información de la evaluación de diagnóstico del
curso pasado. Pero sólo se ha informado a una parte de la "comunidad
educativa". Y, además, para conseguirla no bastaba con estar entre los
elegidos, había que rescatar a una princesa, conseguir la escama de un dragón y la sangre de una virgen, superar las doce pruebas y obtener una clave
informática antes del solsticio vernal. Pero no son buenos tiempos para los
caballeros andantes, uno tiene que seguir con su vida y por ahí andarán los
datos a los que pocos habrán logrado acceder.
Esperemos que la
información que nos proporcionen a partir de ahora sea accesible a todos. No es
necesario descubrir el Mediterráneo, esto ya se hace no sólo allende los
Pirineos, en Finlandia, Corea o Canadá. No, en Madrid mismo. A un rato en
coche, a un golpe de clik. Porque si
entramos en la web de la Comunidad de Madrid, podemos ver el histórico de cada
centro y su comparativa con la media de Madrid. Como no conseguí la escama del
dragón, en vez de ver los datos de Murcia, le he dedicado un rato a consultar
los de Madrid. Y no sé si será casualidad pero todos los centros en los que he
entrado coinciden en lo siguiente: desde que se vienen publicando los
resultados, la media del centro ha ido mejorando cada año.
¿No podríamos hacer lo
mismo en Murcia? Lo digo porque el sistema educativo en Madrid es de los
mejores de España. A lo mejor, si imitamos a los mejores, acabamos mejorando. Y
no sería mala cosa.
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