sábado, 21 de junio de 2014

Un sherpa en la Gran Vía (y 2)


Un Sherpa en la Gran vía (y 2)




Manuel Ballester


Ayer realizaron la evaluación de diagnóstico los alumnos de 2º de la Eso. El jueves pasado les tocó a los de 4º de Primaria.

Un examen, ¡Qué nervios!

Esta evaluación es meramente informativa, el alumno no se juega pasar o no de curso. Ni siquiera, caso de mostrar su absoluta ignorancia, tendrá que "recuperar" más adelante. Nada. No obstante, se le llame como se le llame, es un examen.


Un mal día lo tiene cualquiera. Y un profesor sabe que hay grupos de alumnos con chispa y otros con los que hay que sudar la gota gorda. De modo que si puede ser que un alumno obtenga una mala calificación porque ha tenido un mal día, también puede ocurrir que la mala suerte haya puesto en las manos del profesor a un grupo con el que no hay manera.

Se cuenta, además, que hay quien ha hecho trampa. Toda una novedad, oiga: que hay gente que copia en los exámenes, que miente en su currículum, hace retoques con photoshop, que se salta la dieta y los semáforos en ámbar. Algunos, enemigos de la trasparencia, alegan falta de rigor. Son los partidarios de mantener el sistema en el rigor mortis hasta que no tengamos garantías de que todo va a ser perfecto.

Eso, ya digo, lo sabe cualquiera. Son problemas sobre los que los expertos educativos organizan congresos, jornadas y demás entretenimientos. Los profesores no le damos tantas vueltas. Lo tenemos resuelto desde hace siglos y, por eso, a los alumnos se les hacen varios exámenes a lo largo de un curso. Así se compensa el posible "mal día" del que nadie está libre o la "ayuda" externa ocasional. Y del mismo modo, el problema de la trampa o, por el contrario, del mal curso que hace quedar mal a su profesor y a su colegio se resuelve publicando los resultados de varios años. Se trata de una información que está en manos de la Consejería de educación. Pues que se publique: más transparencia y un problema menos. Todos ganamos.

En cualquier caso, eso de publicar los resultados hay que hacerlo bien, con rigor, que se puede dar información, inundar a la gente con gráficos, cuadros, croquis y tablas, y dejarlos como un Sherpa ante el plano del tranvía. Está bien eso de informar, pero el bien hay que hacerlo bien.

Dice la convocatoria de estas pruebas que se "pondrá a disposición de todos los sectores de la comunidad educativa el resultado tipificado obtenido por cada centro escolar". Y uno, que ya viene escamado por la letra pequeña de la hipoteca, se pregunta qué será eso de la "comunidad educativa". Si se tratara de echarle la culpa de la burricie y la molicie de los chiquillos, del calentón global y cosas de esas, estaría claro: la comunidad educativa somos todos, los malos resultados son responsabilidad del conjunto de la sociedad (de unos sectores más que de otros, cabría añadir, pero eso es otra historia). Espero que ahora la "comunidad educativa" sigamos siendo todos y no nos cambien las reglas a mitad de partido.

Si saber cómo está el patio es significativo para las autoridades educativas, o la directiva o los profesores del centro, también forman parte de la comunidad educativa todas las familias que tienen hijos en el centro e, incluso, quienes no los tengan todavía y quieran información sobre cómo van los colegios de la zona en la que viven para elegir dónde llevarán a sus retoños. Al fin y al cabo, son los impuestos de todos los ciudadanos (aunque no tengan a sus hijos en el centro) quienes pagan el sistema, los centros, los salarios… todo. No sé yo si quienes "sólo" pagan forman parte de la "comunidad educativa" o les vamos a aplicar el principio de "paga y no preguntes". Y la trasparencia exige rendir cuentas, dar los datos para que se sepa cómo se gestionan los dineros que el Estado saca de los bolsillos mediante los impuestos.

O, dicho de otro modo, para hacer bien las cosas, hay que ofrecer el resultado de cada centro, el resultado esperable según el índice socioeconómico y cultural (Isec), su desviación y la media de la región. Y esa información tiene que estar disponible para todos los que quieran conocerla.

Este curso se ha empezado a hacer pública parte de la información de la evaluación de diagnóstico del curso pasado. Pero sólo se ha informado a una parte de la "comunidad educativa". Y, además, para conseguirla no bastaba con estar entre los elegidos, había que rescatar a una princesa, conseguir la escama de un dragón y la sangre de una virgen, superar las doce pruebas y obtener una clave informática antes del solsticio vernal. Pero no son buenos tiempos para los caballeros andantes, uno tiene que seguir con su vida y por ahí andarán los datos a los que pocos habrán logrado acceder.

Esperemos que la información que nos proporcionen a partir de ahora sea accesible a todos. No es necesario descubrir el Mediterráneo, esto ya se hace no sólo allende los Pirineos, en Finlandia, Corea o Canadá. No, en Madrid mismo. A un rato en coche, a un golpe de clik. Porque si entramos en la web de la Comunidad de Madrid, podemos ver el histórico de cada centro y su comparativa con la media de Madrid. Como no conseguí la escama del dragón, en vez de ver los datos de Murcia, le he dedicado un rato a consultar los de Madrid. Y no sé si será casualidad pero todos los centros en los que he entrado coinciden en lo siguiente: desde que se vienen publicando los resultados, la media del centro ha ido mejorando cada año.


¿No podríamos hacer lo mismo en Murcia? Lo digo porque el sistema educativo en Madrid es de los mejores de España. A lo mejor, si imitamos a los mejores, acabamos mejorando. Y no sería mala cosa.

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