martes, 24 de octubre de 2017

Dirigir y mandar

Cuando el personal se pone fino, distingue entre auctoritas y potestas, autoridad y potestad, que podrían parecer dos modos de mandar.
Porque quien tiene potestad, manda (bien o mal, que eso es otra historia) y los mandados obedecen (por hábito, porque sí o porque si no viene el estacazo) y fin de la historia.
Pero cuando se tiene o, mejor, cuando se es una autoridad, entonces no se manda (ni falta que hace), entonces ocurre que se pone ante la gente caminos fecundos, modelos que son modos de plenificar las vidas de quienes deciden ir por ahí. Y quienes toman la iniciativa de seguir a la autoridad no son unos mandados, claro.

Pues algo de esto le entiendo a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«Mandar es dar quehacer a las gentes, meterlas en su destino, en su quicio: impedir su extravagancia, la cual suele ser vagancia, vida vacía, desolación»,

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

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