Estamos intuitivamente
dispuestos a aceptar que la juventud es la etapa cuyo rasgo fundamental podría
ser algo así como anhelo por vivir la propia vida, por descubrir, experimentar,
rebelarse contra lo anterior porque se quiere algo nuevo, propio, original. Algo
así.
Si esa intuición es correcta
hay que concluir que el conformismo, la sumisión a estereotipos, el manso
desinterés, el aburrimiento hasta la exasperación, la rebeldía contra lo
anterior sólo porque es anterior pero sin pretender esforzarse en la creación
del algo superior… no son ni en la vida de las personas ni en la historia de
las civilizaciones sino síntomas de que esa vida carece de vigor y ha perdido valor.
Y en esa intuición parece
estar Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:
«El joven no necesita
razones para vivir: sólo necesita pretextos»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas
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