martes, 31 de octubre de 2017

Laberinto o transcendencia

Dotar de sentido a la propia vida es trascenderse, salir de si para fijarle finalidades, metas, retos.
Llenarse de ánimo, deseo y fuerza para lograrlo. Forjarse un carácter y un destino.

Algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:


«Librada a sí misma, cada vida se queda en sí misma, vacía, sin tener qué hacer. Y como ha de llenarse con algo, se finge frívolamente a sí misma, se dedica a falsas ocupaciones, que nada íntimo, sincero, impone. Hoy es una cosa; mañana, otra, opuesta a la primera. Está perdida al encontrarse sola consigo. El egoísmo es laberíntico. Se comprende. Vivir es ir disparado hacia algo, es caminar hacia una meta. La meta no es mi caminar, no es mi vida; es algo a que pongo ésta y que por lo mismo está fuera de ella, más allá. Si me resuelvo a andar sólo por dentro de mi vida, egoístamente, no avanzo, no voy a ninguna parte; doy vueltas y revueltas en un mismo lugar. Esto es el laberinto, un camino que no lleva a nada, que se pierde en sí mismo, de puro no ser más que caminar por dentro de sí».

Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

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