La relación correcta con otro ser humano supone la apertura y, por tanto, la sorpresa, el asombro y entusiasmo. Porque el hombre es algo fascinante, un abismo.
La
relación que se va imponiendo se articula más sobre el dominio y la sumisión,
la utilidad y la diversión común.
El
resultado, si lo entiendo bien, es el que expresa Houellebecq:
«Sin embargo, no tienes amigos»,
Ampliación del campo de batalla, 16
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