miércoles, 2 de enero de 2013

2. Regalo a Geppetto del trozo de madera


Frente a Maese Cereza, Geppetto es un personaje de primera magnitud.


Se trata de un vejete vivaracho (vecchietto tutto arzillo); irritable (bizzosissimo), que se enfada y pasa a las manos con gran facilidad, aunque después rápidamente jura amistad; con capacidad de grandes proyectos y prontitud para ponerlos en práctica, lo cual incluye conseguir lo que necesita: su entrada en el taller se debe a que necesita madera, pero no tiene, por eso ha ido a pedirla a su amigo maese Antonio.

Interesa destacar que para quien ha conocido la historia de Pinocho a través de fuentes no collodianas, la imagen de Geppetto es muy otra: más bien aparece como un viejecito encantador, cariñoso, dulce pero con escasa vitalidad. Esta imagen desvaída tiene, quizá, el propósito de dejar el protagonismo al muñeco. Tiene el inconveniente de hacer pensar que para ser creativos, con ilusión, ternura, etc. hay que tener una vitalidad algo aletargada.

Por su profesión y el mundo en que vive, se asemeja mucho a maese Cereza, pero ante el trozo de madera reaccionan de modo muy diferente: vimos que maese Cereza simboliza al hombre vulgar, incapaz para lo maravilloso, hundido en la rutina y, en ese sentido, próximo al hombre gris, a la masa.

Por el contrario, Geppeto es un hombre con capacidad para lo fantástico: quiere fabricarse «un bonito muñeco de madera; pero un muñeco maravilloso, que sepa bailar, tirar de florete y dar saltos mortales. Pienso correr el mundo con ese muñeco, ganándome un pedazo de pan y un vaso de vino». Su relación con lo maravilloso es muy distinta a la de su amigo maese Cereza: no sólo lo reconoce cuando se le presenta, sino que también es capaz de anticiparlo, de preverlo y producirlo: de hacerlo real logrando así que la realidad quede configurada por lo maravilloso. Por eso, ve lo maravilloso como lo que realmente es, como un elemento “normal” de la vida: por eso cuenta con ello para ganarse el sustento.

Es de destacar que se «requiere mucha imaginación y mucha confianza en la propia capacidad artesanal para creerse capaz de liberar de un tronco inerte un personaje animado y vivo» (Biffi, 36). Es importante señalar que Geppetto no es en absoluto el símbolo del soñador inoperante; por el contrario, vive con ilusión, pero es realista (ahora sí está bien empleado el término, no aplicado al que sólo ve las peores posibilidades de lo real): capta las mejores posibilidades de lo real y ve qué puede realmente aportar él cara a la realización de esas posibilidades maravillosas, es decir, se conoce, conoce sus propias posibilidades y la conexión entre sus posibilidades y las de las cosas con las que entra en contacto: así se establece un campo de juego en un nivel de creatividad muy alto; más tarde veremos que, de hecho, su trabajo es digno de un «artista di genio» (Capítulo VIII).

Fruto de su visión de las mejores posibilidades de la realidad, Geppetto tiene un proyecto, una ilusión: fabricar un muñeco maravilloso. Aristóteles define la esperanza como el sueño del despierto y esa esperanza hará que Pinocho sea. No basta la posibilidad, no es suficiente la madera adecuada, hay que trabajar sobre esas oportunidades para arrancar la maravilla que estaba esperando para hacerse real. En un sentido importante, Pinocho llega a la existencia porque es querido: si Geppetto hubiese sido como maese Cereza, Pinocho nunca habría existido.

El trozo de madera reconoce en Geppetto «al destinatario adecuado, y lo saluda en el más antiguo e íntimo de los gestos de reconocimiento: la insolencia» (Manganelli, 15).

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