O del dicho al hecho porque aunque no falta gente
admirable, de personalidad firme y rotunda, lo habitual es que la construcción
de nuestra vida sea tarea de la paciencia. De decidir nuestra meta y poner un
paso después del otro, de despistarnos (como los lotófagos, incluso) y volver a
intentarlo una y otra vez.
Por eso, y pese a que es
ilusionante, no siempre podemos seguir a Malègue. Pero ahí lo dejo. Por si
interesa:
«Les véritables
décisions n’ont pas besoin d’arcs-boutants».
«Las verdaderas
decisiones no necesitan arbotantes».
Joseph Malègue, Augustin ou le Maître est là
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