jueves, 15 de febrero de 2018

Intimidad o barbarie

Los animales no tienen intimidad. Todo lo hacen a la vista. Por eso no se visten: su desnudez supone que no hay nada que ocultar, nada que insinuar, nada que mostrar. No hay nada más que lo que hay.
La intimidad supone un desdoblamiento. Un dentro y un fuera. Una capacidad de gestionar las dimensiones de la personalidad (ocultando, insinuando, mostrando).
Mostrar todo significa no gestionar nada… como los animales. Mostrar todo voluntariamente (vía apps móviles, internet…) significa renunciar al control de la intimidad… para hoy y para el futuro (que la red la carga el diablo).
A ese regreso al momento en que aún no vivíamos en cavernas algunos lo llaman progreso y modernidad. Será por nombres…

Algo de esto dice Vargas Llosa, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:

«La desaparición de lo privado, el que nadie respete la intimidad ajena, el que ella se haya convertido en una parodia que excita el interés general y haya una industria informativa que alimente sin tregua y sin límites ese voyerismo universal, es una manifestación de barbarie»,
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo

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