Sentir y que nos hagan
sentir que hemos caído en una mala situación que nos aleja del sentir común (ese
cálido rebaño de referencia) provoca una sensación de aislamiento y de hundimiento
difícil de superar.
Se interioriza el
menosprecio: nos valoramos por debajo de nuestras posibilidades y, en vez de
trabajar por mejorar desde ahí mismo, nos dejamos hundir.
No todos, claro. Pero quien
trata de influir en las masas sabe que es un mecanismo muy eficaz.
Algo de esto le entiendo
a Alinsky. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«el ridículo es el arma más poderosa del hombre. Es
casi imposible contra-atacar el ridículo. El ridículo también enfurece a la oposición,
reacción que os beneficia»,
Alinsky, Tratado para radicales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario