Cuando alguien ha sido
violentado, coaccionado de algún modo, y se halla de pronto libre, tiende a
devolver violencia. No se da cuenta de que, al convertirse en un resentido, sigue preso de su antiguo opresor.
Hace falta grandeza para
ganar la serena libertad.
Algo de esto dice Wilder,
si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«La prisión del cuerpo es
amarga; la prisión de la mente es peor. Los pensamientos y las acciones de
aquellos que despiertan al hecho de haber sido engañados son dolorosos para
ellos y peligrosos para los demás»,
Wilder, Los idus de marzo.
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