En los conflictos, que
los hay, no faltan quienes se empeñan en creer y difundir la debilidad del
adversario. Si es estrategia para amedrentar, bien va.
Pero puede ser también tanto
falta de respeto y valoración del adversario cuanto cortedad de miras: ¿qué
mérito tiene imponerse sobre un oponente débil?, más aún: ¿qué decir si ese
contrincante endeble, finalmente, vence?
Algo de esto dice Alinsky,
si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«en ninguna guerra el enemigo
o la causa han sido grises»,
Alinsky, Tratado para radicales.
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