Al parecer, cuando el
discípulo quiere, aparece el maestro. Al menos así parece ocurrir con el ir tanteando en la vida.
Algo de esto le entiendo
a Wilder. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«El primero y el último maestro de la vida es vivir
y entregarse sin reserva y peligrosamente al vivir; Aristóteles y Platón tienen
mucho que decir a los hombres que saben esto pero a los que se han impuesto
prudencias y se han petrificado en un sistema de ideas, hasta los mismos
maestros les inducen a error»,
Thornton Wilder, Los idus de marzo.
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