La eternidad es para disfrutar y jugar (si es que, al final, no son lo mismo).
Sentimos
que hemos nacido para eso, para siempre.
El niño
lo vive así pero luego crecemos y la vida nos arrastra, nos estresa y nos hace
perder de vista aquello de quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.
Algo de
esto le entiendo a Houellebecq cuando dice que
«La eternidad de la infancia es breve, pero él no lo sabe todavía»,
Houellebecq, Las partículas elementales, I, 5
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