Dominar
las ciencias, cualquiera de ellas, tiene su dificultad y su premio. Porque dominar
tiene que ver con sentir que estamos por encima de lo que sabemos.
Pero,
aunque se habla de ciencias humanas, sociales, culturales, etc,, lo humano en
nosotros y en los demás se esconde. No se deja dominar por ese método que
llaman científico.
Hay que recorrer otros caminos: quien lo probó, lo sabe.
Algo de esto le entiendo a Houellebecq cuando se
mete en la cabeza de un ilustre científico:
«El
universo humano —empezaba a darse cuenta— era decepcionante, lleno de angustia
y de amargura. Las ecuaciones matemáticas le daban una íntima y serena alegría.
Avanzaba en penumbra, y de pronto encontraba una salida»
Houellebecq,
Las partículas elementales, I, 11
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