viernes, 14 de junio de 2013

Wert y las siete leyes






El ministro de educación está resultando de todo menos aburrido. Estrictamente no es que Wert sea divertido, porque en realidad lo que dice no es para tanto. No se le ve el chiste a decir que el Estado va a procurar que un alumno que desee estudiar en español en España pueda hacerlo. Es verdad que, después de tanto tiempo de imposición del monopolio nacionalista, es una novedad.

 Lo que tiene guasa, y no poca, es la bancada de enfrente. Porque claro, que Tomás Gómez un mes antes de que acabase la ronda de consultas que abrió Wert sobre la reforma, antes de que sistematizara las aportaciones de todo el que quiso hacerlas (entre otros, Ciudadanos para el progreso: y ahí, en nuestro blog, están para el que quiera leerlas) y, por tanto, antes de que hubiese un texto, ya supiera que la ley educativa más que una reforma era una contrarreforma, tiene su gracia. Y es que con dotes de iluminado no hace falta tomarse la molestia de leer el texto, sopesar las ideas ni minucias de ese estilo. Basta saber que es una reforma del PP para endosarle un adjetivo descalificativo, tildarlo de vuelta al franquismo y las siete plagas a lomos de los cuatro caballos del Apocalipsis. En la más pura línea conocida entre nosotros: ¿Pantano franquista? Bombas con él.


Previsible, por otra parte. La progresía a lo suyo: lanzar consignas que dócilmente repite su sumisa y vociferante feligresía, producir mitos que inundan su imaginación de bienpensantes, elaborar el opio de los intelectuales panfletarios que mueven la huelga y la juerga, los encierros y lutos de entierro. Porque de pensar un poco de qué se está hablando, nada.

Entre los múltiples bulos puestos en circulación me detengo en la perla que se arrastra cansinamente por la célebre “comunidad educativa”: ya hemos tenido bastantes leyes educativas: siete, como las plagas de Egipto ¡Basta ya de cambios, hombre! Que cada cambio de gobierno nos trae una nueva ley y no hay manera de aclararse ¡Urge un pacto para hacer una ley que sea fruto del consenso, que dé estabilidad al sistema!

Se transmiten así subrepticiamente dos falsedades a las que quiero referirme: que ha habido muchas leyes educativas y, en segundo término, cada una de ellas plasma una tendencia ideológica distinta. Ambas afirmaciones son falsas: estrictamente, sólo ha habido una ley educativa (la Logse) y ésta refleja la ideología del Psoe que es, por tanto, el responsable del desastre educativo que padecemos.
Pero se dice que hay siete leyes, una por enanito de Blancanieves. Y los nombres de los enanitos, clasificados por equipos son:

La Ucd (¿se acuerdan de la Ucd?) en 1980 promulgó la Loece.
El psoe promulgó la Lode (1985), la Logse (1990), la Lopeg (1995) y la Loe (2006).
El PP promulgó la Loce (2002) y, si lo dejan, promulgará la Lomce (2012).

Esta lista contiene una estrella indiscutible, conocida por todos los humoristas que ya no hacen chistes de Jaimito, sino de los damnificados de la Logse, pobrecillos: ese modelo de burricie que la izquierda insiste en denominar “generación más preparada de la historia” dados los logros planetarios en materia educativa y laboral. Junto a la estrella, la lista tiene también cartas marcadas.

La primera falsedad que transmite el camelo panfletario de que hablamos es que a cada cambio de gobierno sucede un cambio de rumbo ideológico en educación. En la lista anterior podemos ver que sólo tres no son del Psoe: la Loece (1980) es de la Ucd, la Loce (2002) y la Lomce del PP. Hay que recordar que la Loce del PP no llegó a aplicarse pues cuando el psoe llegó al poder en 2004 pactó consigo mismo un consenso para suprimirla, y así lo hizo. De modo que, de las siete leyes, una ni siquiera llegó a estrenarse, otra todavía no está escrita y la de la Ucd dejaba intacta la ley anterior, limitándose a regular el régimen jurídico de los centros docentes.

Además, vamos por la segunda falsedad, no es lo mismo una ley que estructura el sistema educativo (eliminando la EGB y el BUP e instaurando la ESO y el Bachillerato, estableciendo que los alumnos de Primaria sólo pueden repetir curso una vez porque lo importante es convivir y educarse en valores y lo de menos es adquirir conocimientos) que una que regula la creación y funciones de los consejos escolares o la gobernanza de los centros educativos, pongamos por caso: estaríamos entonces mezclando churras con merinas o jugando a la confusión. No: leyes que acometan una refundación a fondo del sistema educativo sólo ha habido tres: Logse, Loce y Loe. De ellas, la Loce del PP sólo ha influido porque la reposición de la Logse que es la Loe incorporó la palabra “calidad” que la Loce llevaba en su título; pero sólo la palabra.

Por tanto, sólo ha habido desde el año 1990 una ley que estructure el sistema educativo español, ley que fue promulgada por el Psoe que es, por eso, responsable del desastre educativo en el que nos encontramos.

Urge una reforma, una alternativa a esa ley nefasta que pudre nuestro sistema educativo. Ojalá la Lomce fuese esa reforma en profundidad que necesitamos, pero no parece. No es peor que la Logse-Loe (eso es prácticamente imposible), pero no es una apuesta decidida por la excelencia, aunque sí da tímidos pasos en la dirección correcta: considera que es importante rendir cuentas, atender a la transmisión de conocimientos (de ahí que impulse exámenes externos para rendir cuentas de lo que aprenden los alumnos), restablecer la dignidad de los profesores basada en la demostrada posesión de conocimientos en su ámbito técnico-profesional y algún otro aspecto con el que apunta a salir de la situación de cola en todos los informes internacionales sobre educación.

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