J. Barraca, Perdón, Ideas y
Libros eds., Madrid, 2020
Manuel
Ballester
Perdón es un libro de pequeño formato. Un primer vistazo anticipa una lectura rápida. Pero el tamaño no es criterio suficiente. Todo dependerá de qué tipo de obra tengamos en nuestras manos.
El currículo del autor nos muestra
que Javier Barraca (1964) es Doctor en Derecho y en Filosofía y profesor
de Filosofía en la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid. Su producción
bibliográfica se compone fundamentalmente de ensayos. Entonces la cosa podría cambiar
porque un ensayo, aunque sea breve, no siempre es para tomárselo a la ligera.
La obra está relatada en primera
persona. El narrador comienza diciendo que, a pesar de su natural repugnancia
por ese tipo de actividades, se ha comprometido a realizar un “taller del
perdón”. Ese acuerdo se le atraganta hasta el punto de anularlo. Lo rompe pero
decide hacerlo por su cuenta. Y contarlo. El libro es el resultado.
Y eso pone al lector ante la
tesitura de elegir (o averiguar) si está ante una obra de ficción intimista o,
por el contrario, el autor comparte con nosotros sus vivencias y reflexiones.
A favor de la realidad del relato
está que desfilan manifiesta o veladamente personas como el poeta Pedro Antonio
Urbina o los filósofos Carlos Díaz y Alfonso López Quintás. Su memorable
encuentro con el poeta, propiciado por las artes de una afectuosa madre, es
debido al impulso poético del autor. Talante poético que rara vez deja
desnudo un sustantivo. Por el contrario, juega con el adjetivo una y otra vez
trayéndolo y llevándolo o haciéndonos sentir «los
miles de granitos de luz que se escapan del sol».
Los capítulos son breves. Requieren poco tiempo de lectura,
permiten amplios momentos de reflexión. Así ocurre, por ejemplo, cuando la madre
del protagonista le muestra un álbum de fotografías. A la sucinta descripción
de cada imagen sigue una rememoración de un instante privilegiado para abordar
la cuestión del perdón. Aunque sigue latente si se trata de instantes vividos
por el autor, no es menos cierto que el lector puede albergar en su memoria
instantes paralelos, circunstancias similares, que quizá requieran ser
visitados.
El perdón es asunto profundo y huidizo. No queda claro si se
trata de perdonar a alguien o de perdonarse a sí mismo. O de todo a la vez. Se
observa, eso sí, afán de radicalidad o, lo que es lo mismo, acaba enfrentándose
a Dios mismo. Porque el autor nos muestra sucesos en la vida que han sido
vividos con dramatismo. ¿Por qué ha permitido Dios que sucediese tal o cual desgracia?
¿Cómo perdonar a un Dios tan permisivo? Hay un ángulo desde el que Dios y el
mal no se llevan bien del todo, como sabe la teodicea.
Perdón es palabra latina compuesta: Per-dón. “Per” es un
prefijo que, en este caso, tiene una función intensificativa como ocurre, por
ejemplo, en “per-durar” o “per-turbar”. Per-dón significa, pues, reiterar el
don, volver a darlo.
¿Qué se da (de nuevo) cuando se perdona? Quizá algo que se
había dado y que se ha roto o se ha perdido. Si podemos perdonarlo, a Dios podríamos
darle de nuevo nuestra confianza. ¿Y a nosotros mismos, y a quienes nos han
dañado involuntariamente?
El libro ofrece más relatos que respuestas pero podemos
perdonarlo porque Barraca es poeta y filósofo. Es poeta pero sabe que en la
vida “hay algo más importante que la poesía”; es filósofo
pero sabe que “en el cielo y en la tierra hay más cosas que las que sueña la
filosofía”.
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http://www.los4murosdejpellicer.com/EdicionesyPortadasPD/edicion%2066%C2%A9.pdf
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