Historia de una gaviota y... 10
5. En busca de consejo
Zorbas no sabe aún que Kengah ha muerto. En cualquier caso,
la situación es complicada y no sabe cómo afrontarla. Por eso, va en busca de
consejo.
Solicitar consejo presupone varios aspectos que me parece interesante destacar. Veamos algunos.
En primer término, pide consejo porque no sabe cómo actuar, no
porque ignore algún conocimiento. Quien ignora una fórmula matemática o un dato
histórico no pide consejo: busca información. Y esto es así porque hay un ámbito
que desde Sócrates se denomina “de las cosas humanas” y que más que remitir a
la verdad (y su contrario, la ignorancia) remite al bien (y su contrario, el
mal).
También podría hablarse de “verdad práctica” cuando decimos
que (realizar la acción de) matar es malo (con los matices que hay que añadir,
del tipo: “matar voluntaria e innecesariamente, a un inocente, etc”). Los
matices llenarían bibliotecas enteras. El asunto es que lo humano es más
complejo, engloba muchos más aspectos que lo no humano. La ética es más difícil
que la física, en resumen. La física es más exacta, porque abarca menos
aspectos y sólo los enfoca desde un determinada perspectiva (su método); la
ética debe contemplar todo lo que sea relevante para la acción humana que, a
veces, es una cosa y otras veces, otra. Saber física es cuestión de ciencia;
saber sobre los asuntos humanos, es cuestión de sabiduría.
Por eso Zorbas pide consejo. Se halla ante un problema que
la ciencia no puede abordar y su ignorancia no se resuelve obteniendo información.
Tampoco sabe lo suficiente para decidir por sí mismo. En relación con los
“asuntos humanos”, que son los más propiamente nuestros, ocurre que nuestro
saber no es suficiente, necesitamos acudir a alguien que nos oriente, nos
ilumine o, al menos, nos indique la dirección en que ve la luz. Y ya mirar
hacia allí será el esfuerzo que nos corresponde.
Por el camino, unos gatos le provocan. Aunque iba con prisa
se detiene, les planta cara y muestra que, llegado el caso, es un gato duro de
pelar. No es ningún pelele que se deje manejar por otros así como así. Zorbas
tiene carácter y eso está bien porque siendo débil se puede ser un inteligente
erudito, pero los “asuntos” humanos parecen necesitar de voluntad y firmeza
tanto como de sabiduría.
Zorbas se dirige a un restaurante. Lo recibe en primer
término «Secretario, un gato romano muy flaco y con apenas dos bigotes, uno a
cada lado de la nariz». Secretario es un gato cuyo nombre expresa su función,
su posición en la vida y su actitud. Zorbas quiere hablar urgentemente con
Colonello, una autoridad entre los gatos del puerto, que «poseía un curioso
talento para aconsejar a los que se encontraban en dificultades y, aunque él
nunca solucionaba ningún conflicto, sus consejos por lo menos reconfortaban».
Zorbas cuenta a Colonello todo lo ocurrido desde la llegada
de la gaviota hasta las promesas que se vio obligado a hacerle. Colonello
escucha en silencio, medita y concluye:
«Hay que ayudar a esa pobre gaviota a que pueda emprender el
vuelo» que es, exactamente, lo que se había dicho poco antes. Da un buen
consejo, orienta, indica qué hay que hacer. Y eso es algo, porque a veces
ocurre que las circunstancias nos confunden tanto que no sabemos hacia dónde
debemos orientar nuestra acción. Colonello, al menos, indica hacia dónde hay
que dirigir los esfuerzos. Ya es algo. El asunto es cómo llegar allí, hay que
ayudar a Kengah a levantar el vuelo «pero ¿cómo?».
Collonelo no lo sabe. Saber el fin sin saber los medios para
alcanzarlo, es saber algo, pero hay que saber más. Secretario sugiere que «lo
mejor será consultar a Sabelotodo».
Y a ver a Sabelotodo se dirigen los tres ya que «los problemas de un gato del puerto son problemas de todos los gatos del puerto».
Intuyo que la idea es no fatigarte en la tarea de pedir consejo, no tanto por la solución que se nos ofrezca, sino por la "orientación", esa fuerza capaz, cuando menos, de saber que la solución merece la humildad del aceptar el consejo y en él hallar la fuerza necesaria para saber que estás en el camino de la solución, lejos ya de la terrible indiferencia a que conduce el desistimiento. No obstante, Manuel, te pediré consejo al respecto. Magnífica reflexión. Un fraternal abrazo.
ResponderEliminarPedir consejo supone, también, tomar conciencia de que yo no me basta a mí mismo ("el individuo es una abstracción", dice Hegel). Mi vulnerabilidad exige la generosidad de un semejante. Necesitamos, para salir adelante, sentirnos acogidos, valorados. Saber que alguien se pone en nuestra piel. Un abrazo
EliminarIntuyo que la idea es no fatigarte en la tarea de pedir consejo, no tanto por la solución que se nos ofrezca, sino por la "orientación", esa fuerza capaz, cuando menos, de saber que la solución merece la humildad del aceptar el consejo y en él hallar la fuerza necesaria para saber que estás en el camino de la solución, lejos ya de la terrible indiferencia a que conduce el desistimiento. No obstante, Manuel, te pediré consejo al respecto. Magnífica reflexión. Un fraternal abrazo.
ResponderEliminar