Historia de una gaviota ... 09
4.3. Tiempo de responsabilidad
La
gaviota es buena, generosa, capaz de sacrificarse. Reconoce en Zorbas a un
igual. Y quiere arrancarle tres promesas.
Zorbas aún no está preparado para asumir la realidad, aún piensa que «la pobre gaviota deliraba y que con un pájaro en tan penoso estado sólo se podía ser generoso». Aunque no cree, no ve, la gravedad de la situación, es generoso y lo es porque piensa en la gaviota y en lo que es mejor para ella. Por eso, se com-promete. Obviamente sólo para tranquilizar a Kengah y con la esperanza de que se reponga: «Te prometo lo que quieras pero ahora descansa».
La vida se va. No hay tiempo para reponerse. Sólo la promesa
de Zorbas es ahora operativa, lo único que aún puede hacer Kengah es conseguir
que Zorbas actúe de modo que su hijo tenga un futuro en el que ella no estará.
Lo primero es la vida: «Prométeme que no te comerás el
huevo». Respetar la vida es esencial: sin eso ya no queda nada.
Pero tras el nacimiento, se está desvalido; precisamente
para dar sentido a la generosidad de los demás, para orientar su preocupación
hacia el cuidado de quienes no pueden hacerlo solos. En ese sentido, los hijos
nos arrancan actos de generosidad, de bondad, de heroísmo. Por eso, en segundo
lugar Zorbas promete: «cuidaré el huevo hasta que nazca el pollito».
Respetar la vida que llega, cuidarla hasta que sea capaz de
valerse por sí misma y, en último lugar, a realizar su mejor posibilidad,
ayudarla a volar por sí misma: «Prométeme que le enseñarás a volar».
Pedir a un gato que no se coma un huevo y que cuide el
pollito, parece mucho pedir. Pero pedir ¡a un gato! que enseñe a volar a una
gaviota es demasiado: «Zorbas supuso que esa desafortunada gaviota no sólo
deliraba, sino que estaba completamente loca». Le pide que se comprometa con
algo manifiestamente imposible, pero dice: «Prometo enseñarle a volar»,
tranquiliza a la pobre gaviota y se dispone a ir en busca de ayuda.
Kengah ha hecho ya todo lo que estaba en su mano. Ahora
puede morir tranquila. Y entonar el canto del cisne ya que, al parecer, estas
aves «cuando perciben que van a morir, entonan sus más intensos y bellos
cantos» (Platón, Fedón). Por su
parte, Kengah, «justo cuando exhalaba el último suspiro, un huevito blanco con
pintitas azules rodó junto a su cuerpo impregnado de petróleo».
Kengah no estará cuando Zorbas encuentre el huevo. No podrá
exigir al gato “amigo” que cumpla con su promesa de no comérselo, cuidarlo y
enseñarle a volar.
Si Zorbas ha prometido a Kengah y la gaviota no estará ¿Habrá alguien que pueda exigir que Zorbas cumpla sus promesas? ¿Queda el gato liberado de su compromiso?
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