Walter Scott y la
leyenda de Robin Hood
Manuel Ballester
El
género que hoy denominamos “novela histórica” fue iniciado y desarrollado
exitosamente por el célebre y prolífico escritor británico Walter Scott
(1771-1832). Autor típico del romanticismo literario fue, en cierto sentido, el
primer escritor que tuvo una auténtica proyección internacional ya que sus
obras se leyeron en Europa, Australia y Norteamérica.
Todo lector conoce alguna de sus novelas más célebres: Ivanhoe (1819), Rob Roy (1818), Waverley (1814) así como el personaje Robin Hood (mencionado por Scott por primera vez en Ivanhoe con el nombre de Robin de Locksley).
En
realidad la historia de Robín Hood no
es invención de Walter Scott sino que se trata de una leyenda que llega hasta
nuestros días enriqueciéndose con peculiaridades culturales de cada momento en
que ha sido recreado. Al parecer la primera mención de Robín Hood se debe a
William Langland en su obra en verso Pedro
el labrador (Piers Plowman, 1377).
Siempre
en el contexto de las luchas entre sajones y normandos, «sus enemigos
naturales», Robin Hood ha
sido presentado como un simple salteador de caminos, como un noble injustamente
desposeído o como un justiciero. Ha conocido, además, múltiples adaptaciones al
cine desde Robin Hood and his Merry Men
(cortometraje mudo de 1908) hasta la versión de Joby Harold (Robin Hood, 2018).
Scott usa la historia y le imprime un sello particular.
Construye una novela de aventuras, con nobles y villanos, lances, amores,
lealtades y traiciones. Ahí Robín es “nuestro héroe”.
Hace intervenir a los compañeros de Robin: el enorme Little
John (Pequeño Juan), el forzudo benedictino hermano Tuck, Will Escarlata, lady
Mariana, etc. al mismo tiempo que proporciona perfiles de carácter bastante
notables. Así, por ejemplo, Lilltle John es «apodado así porque tiene seis pies
y seis pulgadas de alto, porque sus hombros son anchos, porque de un golpe mata
a un buey, porque sus piernas hacen sin detenerse cuarenta millas inglesas…»;
el padre adoptivo de Robín «es un hombre rudo, franco y honrado […]. No sabe lo
que es una mentira, ni siquiera conoce la desconfianza».
Y de Robin, a través de Will Escarlata averiguamos que su carácter
«es tan recto como sus flechas; es valiente, dulce, y su modestia iguala a su
valor y a su dulzura»; el monje le dice: «Piensas como un sabio y obras como un
zorro». Condenado por el rey, proscrito, Mariana le hace esperar que será
perdonado pero él replica: «No espero nada del rey. Me he trazado una línea de
conducta y he tomado la firme resolución de no apartarme de ella».
Junto a otros condenados se refugia en el bosque de Sherwood
y allí cuida de ellos, organiza la vida de sus compañeros como el líder que es.
Para empezar, «había creado un impuesto sobre el paso de viajeros. Este impuesto,
a veces exorbitante si el sorprendido era un gran señor, se reducía a muy poco
en el caso contrario. Además, esas diarias extorsiones no tenían en absoluto
apariencia de robo; eran hechas con tan buena gracia como cortesía». Este
aspecto ha dado pie a la idea de que robaba a los ricos para dar a los pobres
aunque, al menos en la jovial versión de Scott, realmente robaba a todos para
mantener a los suyos. Pero las leyendas superan a la ficción y se adaptan a las
expectativas de cada época y cada lector. Así siguen viviendo.
Publicado en Aleteia, 12 diciembre 2021:
https://es.aleteia.org/2021/12/12/walter-scott-y-la-leyenda-de-robin-hood/
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