Cuando el objetivo es mantener el poder, los demás sólo pueden
ser súbditos. Hay que someterlos con tanto más contundencia cuanto más peligro
supongan.
Algo de esto le entiendo a Maquiavelo cuando señala una
«regla general que nunca o casi nunca falla: quien es causa
de que otro se haga poderoso labra su propia ruina, porque este poder lo ha
propiciado o con la fuerza o con la industria y tanto una como otra resultan
sospechosas a quien se ha hecho poderoso;
Regola generale, la quale mai o raro falla: che chi è cagione che uno diventi potente, rovina: perché quella potenza è causta da colui o con industria o con forza, e l’una e l’altra di queste due è sospetta a chi è divenuto potente», Maquiavelo, El príncipe, Cap III, pp. 36-37.
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