jueves, 1 de diciembre de 2022

Problemas y misterios; la esfinge y el hombre (y 3)

 


Problemas y misterios; la esfinge y el hombre (y 3)

 

Entusiasmo por la realidad (15)

 

Manuel Ballester

 

En el año 452 Atila invade Italia y saquea todo a su paso hasta llegar al río Po. Ahí lo recibió una comitiva formada por el prefecto Trigecio, el cónsul Avieno y el Papa al que la historia ha dado el nombre de San León Magno. Atila y “el hombre que lleva nombre de animal” hablaron a solas. La historia no ha conservado el contenido de la conversación pero el resultado fue que Atila dio media vuelta y se retiró.

A lo largo de la vida nos encontramos con problemas. Son dificultades que requieren inteligencia y habilidad pero que, en definitiva, tienen solución.

Hay también otro ámbito que no es problemático. Son asuntos que nos superan, pero no porque no sepamos manejarlos sino porque ni tienen solución ni la necesitan. Son ámbitos de realidad que nos invitan a vivir confiados en que la vida tiene sentido y que nuestra mejor versión está ahí, al alcance de la mano. Necesidades como la de sentirse acogido, o la de volver a un hogar donde se nos recibe con una sonrisa, los vivimos como deseos profundos. Lidiar con ellos no es cuestión de inteligencia; hay gente muy lista y muy infeliz y viceversa. Se esconde ahí, por tanto, un gran misterio.

El misterio exige respeto. Alegría expectante. Antesala de la plenitud. Sabe a sonrisa que mana de un interior bien compuesto. El hombre ha sentido siempre que los misterios le rodean, le envuelven… son sagrados.

Un rasgo y un error profundo de los tiempos modernos es considerar que no hay nada sagrado, que lo que los primitivos llamaban sagrado era lo que no podían (todavía) dominar. En el mundo moderno (que Huxley llama brave new world), en ese nuevo mundo, todo se reduce a problemas, todo consiste en la proporción adecuada de sustancias corpóreas: todo es química. Que el resultado es funcional y eficaz no lo discute nadie. Que es asfixiante por inhumano, también queda claro.

Empecemos por el principio. Empecemos por Séneca: Homo homini res sacra: el hombre es asunto sagrado para el hombre.

Todo hombre es algo sagrado y así debo mirarlo y tratarlo. Tratarlo de otro modo es equivocarse, faltar a la realidad, es decir, profanarlo.

Para empezar, yo mismo soy algo sagrado y así debo pensarme y tratarme. Todos somos hijos: nadie se ha hecho a sí mismo.

¿Es posible que ignoremos nuestra dignidad, el misterio de nuestro origen, y pretendamos, al mismo tiempo, llevar una vida que valga la pena ser vivida? No sabemos qué dijo León Magno a Atila pero parafraseemos algo que dejó escrito: Agnosce, humane, dignitatem tuam, “hombre, toma conciencia de tu dignidad”, no pierdas de vista de dónde vienes y para qué has nacido, que hay física y biología, pero no todo es química.

Vayamos al mito. Al de la esfinge, más precisamente. La esfinge “tenía rostro de mujer, pecho, patas y cola de león, y alas de pájaro”. Había aprendido de las Musas un acertijo, un enigma, que planteaba a los tebanos. Cuando no se descifraba el acertijo, la esfinge “se apoderaba de uno de ellos y lo engullía”. El asunto, en definitiva, era y es serio, cuestión de vida o muerte.

Vivir en Tebas, en la polis, en comunidad con otros hombres era peligroso ya que en cualquier momento la ignorancia en torno al enigma (que, como sabemos, es ignorancia en torno a nuestra auténtica realidad) podía ocasionar la muerte. Es peligroso vivir en comunidad pero es necesario ya que somos hijos, nacemos en comunidad, y el mismo lenguaje sirve para comunicarnos con nuestros semejantes, a los que necesitamos para ser humanos. Necesitamos vivir en comunidad, pero para vivir sin sobresaltos necesitamos resolver el enigma. No somos ovejas ni abejas que viven en sociedades cerradas y les basta obedecer al instinto, realizar su función, porque en los rebaños y colmenas todo es química.

Según cuenta Apolodoro, el enigma era: “¿qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres?”. El hombre. La respuesta es “el hombre”. Saber la verdad sobre el hombre, tener clara cuál es la realidad humana, es imprescindible para encontrar en otros hombres la proporcionalidad que permite una vida en común. No se trata, precisemos, de saber qué es el hombre o quién es el hombre sino quién soy yo, cuál es la realidad de mi vida, qué sentido tiene mi existencia.

El hombre es algo misterioso, sagrado. Lo sagrado no puede ser usado como medio (eso intenta la magia). Por el contrario, la sacralidad de la realidad humana se impone. Según Kant, se impone como un deber, se nos presenta en la conciencia como un imperativo: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio; Handle so, dass du die Menschheit sowohl in deiner Person, als in der Person eines jeden anderen jederzeit zugleich als Zweck, niemals bloß als Mittel brauchst».

Lo humano que hay en mí es la dignidad que descubro en mí. La descubro: ahí estaba desde el origen, me viene por el mismo hecho de ser hijo, me viene dada. Me supera, me trasciende. Está al principio (de dónde vengo) y al final (hacia dónde voy). Y eso es lo sagrado: lo que nos envuelve y da sentido. En eso nos movemos, existimos y somos.

Y, por tanto, hay que tratarlo con respeto, con reverencia, como un fin en sí (als Zweck, dice Kant) y nunca (eso es la manipulación, la degradación) sólo (bloß) como un medio, como algo útil para conseguir algo más valioso. Porque no hay nada más valioso.

El hombre es sagrado. Y necesita mirar de frente, con atención, a su realidad para comportarse adecuadamente, respetuosamente, cuando trata con lo humano (en sí mismo y en los demás hombres). Hay química y hay biología. Pero la química y la biología también nos han sido dados. Por eso, yendo radicalmente a la realidad, es más preciso decir que todo es gracia.

Así lo afirma Bernanos, aunque no es el único, pero esa es otra historia y debe ser contada en otro momento.


Publicado en Letras de Parnaso, nº 77, diciembre 2022, pp. 20-21:
https://es.calameo.com/read/00055259262070033c4a7

http://www.los4murosdejpellicer.com/EdicionesyPortadasPD/Edicion%2077%C2%A9.pdf

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