Cuando no sabemos, necesitamos aprender.
Para aprender no
basta haber experimentado en carne propia las consecuencias de las acciones y
decisiones, ni haber leído a gente erudita. No digamos, claro, haber leído un
tweet.
Todo esto puede
contribuir (tweet incluido) a hacernos sabios pero quizá lo esencial sea el
modo en que tratemos ese material o, como dirían los clásicos, todo depende de
la forma que demos a esa materia.
Algo de esto le
entiendo a Maquiavelo cuando dice que ha escrito sobre sus experiencias y sus
lecturas, tras
«haberlas meditado y examinado con gran diligencia;
Avendo io con gran
diligenzia lungamente excogitate et examinate», Maquiavelo, El príncipe, Dedicatoria, pp. 4-5.
Recopilando:
Experiencia propia y ajena (lectura de los grandes);
meditar y examinar y, finalmente,
escribir.
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