La vida humana no es algo solitario.
En muchos sentidos, pues, hay contacto y proximidad. A veces para mirarnos cálidamente a los ojos, a veces para enfrentarnos abiertamente.
Influimos y somos influidos. En el contacto algo dejamos y
algo se nos queda.
Algo de esto le entiendo a Camus cuando dice que
«un rostro que combate tan cerca de las piedras ya es piedra
él mismo
un visage qui peine si près des pierres est déjà
pierre lui-même»,
Camus, Le mythe de Sisyphe, 165
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