Algunos viven según la
moda. Hacen y sienten lo que cualquier otro de su tiempo. Carecen de impulso
interior propio. Una mera concreción del espíritu del tiempo, que diría Hegel.
Otros toman conciencia de
su excelencia, de sus mejores posibilidades. Y su vida es un afán para
realizarlas, para hacerlas reales, para hacerse admirables. Un respeto a sí
mismos, que diría Kant.
Y mucho mejor lo dice
Ortega, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«el hombre selecto o
excelente está constituido por una íntima necesidad de apelar de sí mismo a una
norma más allá de él, superior a él, a cuyo servicio libremente se pone».
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas
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