Siempre ha habido gente
excelente y gente del montón. Nada nuevo bajo el sol por aquí.
Pero siempre el hombre
excelente ha tenido conciencia de su superioridad. Fruto de su esfuerzo y sus
dotes. Y de su responsabilidad.
Y quien no lo era reconocía
en el otro una superioridad envidable.
¿Es posible que el hombre
superior se avergüence hoy de su excelencia?
Eso podría deducirse del
movimiento al que alude Ortega, si yo lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si
interesa:
el hombre-masa actual «es
tan masa como el de siempre, pero quiere suplantar a los excelentes»
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas
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