lunes, 4 de diciembre de 2017

El intelectual, entre el compromiso y la culpa

El llamado “intelectual” podría constituir el ingrediente más noble de la sociedad.
Podría asumir sobre sí la tarea de aclarar las cosas, de señalar a los demás por dónde anda la verdad y el bien. Podría, incluso, asumir la tarea señalada por Marx: comprometerse en la transformación del mundo. Y podría ocurrir que ese compromiso supusiera un esfuerzo por plasmar la verdad y el bien; la belleza, en suma.
No faltan, sin embargo, quienes, al decir de J. Benda en La trahison des clercs, se han vendido a las pasiones políticas. Y que, como intelectuales engagés se diferencian del clásico bufón en que no tienen gracia, y se le parecen en su servilismo a las ideologías más antihumanas que ha visto la historia.

Y algo de esto le entiendo a Ortega. Ahí lo dejo. Por si interesa:

«Desde hace muchos años me ocupo en hacer notar la frivolidad y la irresponsabilidad frecuentes en el intelectual europeo, que he denunciado como un factor de primera magnitud entre las causas del presente desorden»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario