Cada época de la vida
tiene su tarea, tiene algo que aportar a la vida en su conjunto. Y volcarse
vibrante a ese quehacer constituye la plenitud, el sentido de ese momento. Y madurar, para iniciar con paso firme la siguiente etapa, la siguiente tarea.
Hay tiempo de sembrar y
de recoger, de enamorarse y de pasear nietos. Todo fascinante cuando se hace a
su debido tiempo. Todo con ventajas, gozos y esfuerzos, éxitos y fracasos, que de todo hay.
Pero no hay una etapa en
la vida que consista en no hacer nada, en el simple vivir de las rentas ajenas.
Quizá por eso Ortega dice
lo que dice, si lo entiendo bien. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«La juventud de ahora,
tan gloriosa, corre el riesgo de arribar a una madurez inepta. Hoy goza el ocio
floreciente que le han creado generaciones sin juventud»,
Ortega y Gasset, La rebelión de las masas.
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