Un edificio es fruto del ingenio y la voluntad. Podría no haber sido construido. Puede también derruirse o transformarse. Tanto para destruir como para modificar es esencial saber cuáles son las paredes maestras.
Las realidades espirituales (una cultura, una familia) son también, en cierto sentido, como un edificio. Podrían no haber nacido o dejar de existir. Podrían también ser de otro modo. Y en ellas hay también pilares básicos.
Algo de esto le entiendo a Le Bon:
«toda civilización deriva de un pequeño número de ideas
fundamentales, muy raramente renovadas
chaque
civilisation dérive d'un petit nombre d'idées fondamentales fort rarement
renouvelées.», Psychologie des foules.
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