Historia de una gaviota... 04
2.2. Un gato con carácter, destino y suerte
Corresponde a este
segundo capítulo presentar a Zorbas.
Es un gato casero. Su dueño es un niño bueno que lo ha domesticado, le ha dado lo mejor que los hombres pueden dar.
Hace siglos, milenios
incluso, que Heráclito dejo dicho aquello de que «el carácter del hombre es su destino».
Quizá por eso Sepúlveda nos muestra cómo
es Zorbas, cuál es su origen, sus primeros anhelos, su modo de afrontar
dificultades, sus errores… eso que, en definitiva, podríamos llamar forma de
ser o carácter. Aunque nuestro pasado, lo que nos ha ocurrido (incluyendo el
modo en que hemos reaccionado) no nos determina, sí nos condiciona: «No
podemos huir de la sombra de lo que
fuimos» (El fin de la historia).
La madre de Zorbas es,
así son las madres, quien mejor lo conoce. Por eso, siendo aún un cachorrito,
le advierte: «Eres ágil y despierto, eso está muy bien, pero debes
cuidar tus movimientos y no salir del canasto». No es infrecuente que las
madres se excedan en su deseo de proteger a sus hijos y que, por eso, les
dificulten su salida al mundo; para una madre, su hijo es siempre pequeño,
siempre necesitado de protección, nunca está suficientemente preparado para ir
solo por el mundo.
Hay madres asfixiantemente protectoras, que impiden “por
amor” el normal desarrollo de sus hijos. No es este el caso de la madre de
Zorbas. Es un gato negro y «hay humanos
que creen que los gatos negros traen mala suerte, por eso, hijo, no salgas del
canasto». No es culpa de Zorbas, claro; pero su madre sabe que eso puede
ocasionarle problemas a su hijo y procura protegerlo. No intenta cuestionar el
orden del universo, no lucha contra la injusticia o el absurdo que supone
considerar que el gato negro trae mala suerte; sabe que eso no está a su
alcance y hace lo que sí puede, que es avisar a su hijo.
Madre sabia la de Zorbas que, además, sabe cuándo llega la
hora de que los gatitos echen a andar solos: «mañana o pasado vendrán los
humanos y decidirán tu destino y el de tus hermanos. Con seguridad les llamarán
con nombres simpáticos y tendrán comida asegurada. Es una gran suerte que hayan
nacido en un puerto, pues en los puertos quieren y protegen a los gatos. Lo
único que los humanos esperan de nosotros es que mantengamos alejadas las ratas».
Los hombres tratan bien a los gatos, les ponen nombres
bonitos, les dan pescado para comer pero a cambio quieren que los gatos hagan
algo por ellos. Es una relación basada en la utilidad mutua, en la coincidencia
de intereses. No es amistad, pero es una relación en la que, si ambas partes
son conscientes de lo que se da y se recibe, se puede permanecer con provecho y
agrado. O se puede ir más allá, profundizando en el trato, el afecto y la
amistad.
Algo así pasó entre el niño y Zorbas. La relación fue más
allá, fue ganando en profundidad.
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