jueves, 18 de marzo de 2021

Zorbas y la historia echan a andar

 



Historia de una gaviota... 05

 

 

 

2.3. Zorbas y la historia echan a andar

 

El segundo personaje de esta historia es un gato negro y gordo. Su madre fue consciente de su carácter y los peligros que le acechaban. Lo protegió, lo preparó hasta donde fue capaz.

Pero si Zorbas se hubiese limitado a hacer caso a mamá, no sería Zorbas. Es un gato despierto, entiende lo que dice su madre, pero desea explorar el mundo, siente «la necesidad de descubrir el camino y echarse a andar» (Mundo del fin del mundo) y, sobre todo, «quería probar una de esas cabezas de pescado». No llegó muy lejos.

Pronto un pájaro enorme y feo lo engulló. Zorbas se defiende con todas sus habilidades, increpa al pájaro, intenta persuadirlo, le amenaza e intenta clavarle las garras. En vano. Parece que todo depende de la decisión del ave, que medita: «¿Te trago o te escupo?».

Finalmente no serán los esfuerzos de Zorbas ni la decisión del pájaro sino la intervención del niño la que obligue al pelícano, pues se trataba de un pelícano, a abrir el pico y liberar a Zorbas.

«Ven, gatito. Casi terminas en la panza de este pajarraco- dijo el niño, y lo tomó en brazos. Así había comenzado aquella amistad». Porque ahora la relación no se basa en que Zorbas ahuyente las ratas: esa es una relación utilitaria, una coincidencia de intereses. Ese tipo de función podría desempeñarla cualquier gato. Ahí lo importante es el beneficio que obtiene cada uno.

Zorbas no es cualquier gato porque sólo este gato negro ha sido salvado. Es único, como único es su salvador. Las relaciones de interés se articulan sobre el interés, la función (ahuyentar las ratas y ser alimentado) pero las relaciones de amistad se articulan sobre la singularidad de las personas (o los gatos, gaviotas, patitos feos, leones o zorros, si estamos en una fábula bien trabada).

Y así empezó una amistad que dura ya varios años.

Ya conocemos la historia de Zorbas. Cómo ha crecido, cómo es. La historia debe contar inevitablemente con eso. El pasado, el carácter, forjan el campo de posibilidades con las que podemos contar. Ahora la historia puede seguir.

En este preciso instante, la familia del niño se va de vacaciones y Zorbas se queda solo.

Bien cuidado: diariamente vendrá un amigo de la familia para darle de comer y limpiar su caja de gravilla. Toda la casa para él solo: «El gato grande, negro y gordo respiró complacido. Durante cuatro semanas sería amo y señor del piso […] Cuatro semanas para holgazanear en los sillones, en las camas, o para salir al balcón […] No se aburriría. De ninguna manera»: era una temporada para hacer lo que le diese la gana, para disfrutar.

Esos eran los planes de Zorbas.

Buenos planes para Zorbas, pero eso no sería una buena historia. Afortunadamente para nosotros, el gato negro y gordo no podía sospechar lo que se le venía encima.


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