El hombre inteligente se asombra, se entusiasma. Y duda. No
es su actitud esencial ni definitiva pero también duda. A veces. Porque a veces
se ha equivocado. Y porque, por inteligente, sabe de sus límites.
«Las masas, al no conocer sino sentimientos simples y
extremos, las opiniones, ideas y creencias que se les sugieren son aceptadas o
rechazadas en bloque, y consideradas como verdades absolutas o errores no menos
absolutos
Les foules ne
connaissant que les sentiments simples et extrêmes ; les opinions, idées et
croyances qui leur sont suggérées sont acceptées ou rejetées par elles en bloc,
et considérées comme des vérités absolues ou des erreurs non moins absolues», Psychologie des foules
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