La moralidad supone, al menos, una capacidad para controlar los propios actos de modo que se adecúen a lo bueno y lo mejor. En ese sentido, sostiene Le Bon,
«resulta evidente que las masas son demasiado impulsivas y móviles como para ser capaces de moralidad;
il est bien évident
que les foules sont trop impulsives et trop mobiles pour être susceptibles de moralité»,
Psychologie des foules.
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