A veces sentimos que no vemos, no oímos, estamos aislados.
Es así pero ¿Es la realidad, toda la realidad, o sólo nuestra vivencia?, ¿Falta luz, sonido, lazos o estamos ciegos, sordos, cerrados?
Si fuera esto último,
que podría ser, entonces habría que atreverse a la apertura. O algo de esto le
entiendo a Pellicer cuando invita a
«Abrir los ojos
tras los silencios
de la inquietante soledad»,
Pellicer, JA., Abrir los ojos, en 22 versos contra la ofensa y la humillación, pp. 16-17.
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