Estar en buena o mala situación (de salud, inteligencia, belleza, económica… tanto da) es un dato. Siempre habrá gente que esté mejor y quien esté peor.
Y hay
gente que está peor pero que lo lleva bien. Y a la inversa.
La
cuestión es cómo integramos nuestra situación en nuestras expectativas, en nuestra
idea de lo que nos gustaría o nos parece que merecemos.
Desde
esa perspectiva, preocupa que Hoellebecq pueda tener razón cuando afirma que
«Ninguna
civilización, ninguna época han sido capaces de desarrollar en los hombres tal
cantidad de amargura. Desde este punto de vista, vivimos tiempos sin
precedentes. Si hubiera que resumir el estado mental contemporáneo en una
palabra yo elegiría, sin dudarlo, amargura»,
Ampliación del campo de batalla, pp. 166-167.
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