Hay quien sostiene que la democracia ya no es lo que era, que
los partidos ya no son de fiar, que los políticos son corruptos. Y mucho más.
Concluyen que su dignidad les impide contribuir a semejante
espectáculo y por eso no votan.
Consiguen que sigan las cosas como están sin hacer el más
mínimo esfuerzo por mejorarlas.
En cierto sentido, la vida es lucha.
Si lo entiendo bien, Dante sostiene que esa gente que no pelea no ha vivido y ni en el infierno los quieren:
«estos deshechos, jamás estuvieron vivos;
questi sciaurati, che mai non fur vivi», Infierno, III, v. 64.
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