Sentimos que vivir no es vegetar y gozar, nutrirse y respirar.
Parece
que una vida humana requiere tensión y aventura, meta y sentido.
Quizá
por eso leemos en Houellebecq cosas como esta:
«He vivido tan poco que tengo tendencia a pensar que no voy a morir»,
Ampliación del campo de batalla, 55.
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