Tenemos la sensación, la ilusión y, finalmente, la esperanza de que nuestra vida tenga sentido.
Seremos polvo y ceniza, lo sabemos, pero enamorado y radiante. Así lo esperamos.
Pero eso no es necesario, lo humano tiene que ver con la libertad y, por eso, una vida puede malograrse.
Algo de
esto le entiendo a Houellebecq cuando dice que
«Una vida puede muy bien ser vacía y a la vez breve. Los días pasan pobremente sin dejar huella ni recuerdo; y después, de golpe, se detienen»,
Ampliación del campo de batalla, 55-56.
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