La vida tiene sus tiempos.
Hay
momentos de entusiasmo.
Y épocas de bajón,
desarraigo, desolación, vacío y soledad, que por palabras no va a quedar.
Porque hay momentos en los que desconectamos
del sentido del todo y pretendemos sacarlo todo adelante bien y ahora. A ver si
hay que enfocar y sentir las cosas de otro modo.
Algo de esto le entiendo a
Hölderlin cuando dice que
«La plenitud del mundo infinitamente vivo nutre y sacia con
embriaguez mi indigente ser;
Die Fülle der alllebendigen Welt ernährt und sättiget mit Trunkenheit mein darbend Wesen»,
Hölderlin, F., Hyperion oder Der Eremit in Griechenland.
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