Cuando la vida nos pone ante una realidad esencial, lo suyo es atender, centrarse, dejar que la belleza nos alcance y nos entusiasme.
Algo de esto le entiendo a Hölderlin cuando dice que
«cerca del sol tampoco cantan los pájaros;
näher der Sonne, singen ja auch die Vögel nicht»,
Hölderlin, F., Hyperion oder Der Eremit in Griechenland, 51.
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