Hacer lo que se dice, decir lo que se siente y sentir lo que
piensa es ser abierto, sencillo. Choca con la experiencia, con la dificultad
derivada de un cierto conflicto interior.
Y es una aspiración a lo bueno y lo mejor. A lo que en
nosotros es divino.
Algo de esto le entiendo a Hölderlin cuando dice que
«el niño es un ser divino hasta que no se disfraza con los
colores de camaleón del adulto.
Es totalmente lo que es, y por ello es tan hermoso;
Ja! ein göttlich Wesen ist das
Kind, solang es nicht in die Chamäleonsfarbe der Menschen getaucht ist.
Es ist ganz, was es ist, und darum ist es so schön»,
Hölderlin, F., Hyperion oder Der Eremit in Griechenland, 27.
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