martes, 10 de diciembre de 2024

La Paradoja del Contrapoder Cristiano frente a Nefarious (y 4)

 


La Paradoja del Contrapoder Cristiano frente a Nefarious (y 4)

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

En las últimas tres entregas de Letras de Parnaso, hemos profundizado en la naturaleza del mal inspirados por la película Nefarious, cuando habla el diablo. Comenzamos cuestionando la visión socrática del mal como simple ignorancia en «Nefarious, ¿y si el diablo no existiera? (1/4)», destacando la paradójica realidad del mal, capturada magistralmente por Ovidio en su sentencia “Veo lo mejor y lo apruebo, pero hago lo peor” (Video meliora proboque, deteriora sequor).

En «Nefarious: ¿y si la batalla continúa? (2/4)», exploramos la concepción del mal como un trastorno psicológico versus un conflicto eterno entre fuerzas celestiales y demoníacas, destacando cómo ignorar esta batalla nos hace vulnerables.

El tercer artículo, «El mal, la mentira y la Iglesia (3/4)», trató sobre cómo la Iglesia, compuesta por seres falibles, enfrenta el mal reconociendo su omnipresencia y capacidad de redención. Además, sugerimos que el sacerdote de la película podría haber simbolizado a la Iglesia como un contrapoder al diablo.

jueves, 5 de diciembre de 2024

Más allá de la mente: El camino hacia la realidad auténtica

 


 

¿Quién no se ha sentido atrapado alguna vez en los laberintos de su propia mente? La inteligencia es creativa, constructiva y, precisamente, por eso, a veces nos encierra en una burbuja de interpretaciones que nos aleja de la realidad.

Nuestra mente puede construir mundos enteros sin necesidad de un ancla en la realidad porque, como decía Simone Weil, «el espíritu no está obligado a creer en la existencia de nada». Su capacidad de construir mundos mentales es fascinante pero no nos garantiza una conexión con la realidad.

Siguiendo con Weil, el contacto auténtico con la existencia se logra a través de la aceptación incondicional y del amor. La inteligencia nos permite interpretar el mundo, pero el amor nos permite experimentarlo en su totalidad. Mientras la inteligencia nos separa de la realidad al construir sus propios mundos, el amor nos une a ella al aceptarla tal como es.

El hombre puede hacer eso porque la inteligencia le permite ver la realidad interpretada y no a la realidad auténtica. La inteligencia es humana, pero no es todo el hombre; la interpretación es real pero no es toda la realidad sino sólo un aspecto.

El contacto del hombre (de todo el hombre, y no sólo de su inteligencia creativa) con la realidad (con toda la realidad, y no sólo con los elementos que cada mundo mental utiliza) sólo se da a través de la aceptación incondicional, del amor, mediante el cual captamos que «belleza y realidad son idénticas».

O esto le entiendo a Weil cuando dice que «el único órgano de contacto con la existencia es la aceptación, el amor. Por esta razón, belleza y realidad son idénticas. Por esa razón, el gozo y la sensación de realidad son idénticos»,

Simone WeilLa gravedad y la gracia.

 

¿Cómo podemos entonces encontrar un equilibrio entre nuestra capacidad de pensar y nuestra necesidad de sentir? Tal vez, como sugiere Weil, la respuesta esté en el amor, en la aceptación incondicional de la realidad.

martes, 3 de diciembre de 2024

El hombre desconectado de la tierra y de su propósito: Rulfo

 




El hombre desconectado de la tierra y de su propósito: Rulfo

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Según una cierta visión del mundo y de la vida, lo primero es el fin. Antes de comenzar a acarrear ladrillos, habría que tener claro si vamos a hacer una casa o una muralla, un templo o un mero cobertizo. Este modo de ver explica que nos sintamos contentos, felices incluso, cuando alcanzamos nuestras metas. Más aún: tener clara la finalidad de nuestros esfuerzos, nos fortalece y permite que los consigamos.

Se atribuye a Juan Rulfo la idea de que “hay que hacer la revolución y luego ya veremos para qué era”. Que el mundo anda mal y hay que ponerlo patas arriba, la acción revolucionaria es necesaria… aunque nada garantiza que el resultado, al final, no sea peor. Que también podría ocurrir.

viernes, 29 de noviembre de 2024

La responsabilidad y sus ecos

 





La dignidad humana se manifiesta en la capacidad y la voluntad de asumir la responsabilidad por lo que hemos hecho. La responsabilidad tiene que ver no sólo con la intención con que emprendimos nuestros actos, sino también tiene que ver con las consecuencias que se han derivado de nuestras acciones.

Algo de esto le entiendo a Alessandro Manzoni cuando, en su obra Los novios, dice: «Los provocadores, los tiranos, todos los que, de un modo u otro, ofenden al prójimo, son reos, no sólo del mal que cometen, sino también de la perversión que llevan al ánimo de los ofendidos». Según Manzoni, quienes provocan daño son culpables no sólo del acto inmediato de la afrenta, sino también de la corrupción moral que inyectan en quienes la padecen.

Los provocadores y tiranos, al obrar injustamente, no sólo violan la integridad de sus víctimas, sino que también inician un ciclo de perversión en el corazón de los ofendidos. Esta perversión puede manifestarse como un deseo de venganza, un deterioro de la confianza en los demás o una imitación del comportamiento violento y deshumanizante que han experimentado. Así, la ofensa inicial se amplifica y perpetúa, extendiendo sus efectos más allá del acto individual.

Por lo tanto, cuando hablamos de responsabilidad, nos referimos no sólo a evitar infringir daño directo, sino también a cultivar una conciencia de las ondas expansivas que nuestros actos pueden provocar. En última instancia, la dignidad implica un compromiso con la integridad personal y la construcción de una comunidad en la que todos sus miembros puedan vivir libres de las cadenas de la perversión moral que los actos irresponsables de otros podrían forjar.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Libertad y condicionamientos



 

La libertad tiene buena prensa, pero ¿sabemos realmente qué es?

En la Grecia clásica y en buena parte de las civilizaciones antiguas, la libertad era entendida de un modo negativo. Significaba no ser esclavo, no haber sido capturado ni vendido. No obstante, existe también una contrapartida positiva: tener la capacidad de decidir por uno mismo. A diferencia del esclavo, cuyo principio de acción es su amo, quien es libre tiene su principio de acción en su interior.

Epicteto, que era socialmente esclavo, cuestiona esa visión al señalar que siempre hay condicionantes en nuestras acciones (ser esclavo o libre, griego o bárbaro, sano o enfermo). Ser libre, entonces, no consiste en carecer de condicionantes, sino en elegir cómo vamos a lidiar con las condiciones que nos han tocado.

La libertad, por lo tanto, tiene que ver con elegir, con decidir. Tiene un sentido positivo, constructivo. Me afirmo frente a mis circunstancias: las convierto en material para la construcción de mi vida.

Galindo y Ujaldón sostienen que «La libertad en su sentido moderno es fruto de una relación singular con el Estado y sus leyes: una relación de resistencia ante sus abusos», (Galindo-Ujaldón, La cultura política liberal). Si tienen razón, la modernidad supone una creciente intrusión del Estado en nuestras vidas. Y en ese sentido, la libertad de los modernos no se aleja mucho de la acepción negativa de los antiguos.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

¿Nuestra mayor fortaleza? Aceptar nuestra vulnerabilidad

 



¿Quién no se ha sentido alguna vez incapaz de alcanzar una meta simplemente porque creía que no era lo suficientemente bueno? La autoestima, esa voz interior que nos acompaña en cada paso, juega un papel fundamental en nuestras vidas: es el nombre de moda para referirse a la confianza que cada uno tiene en sus propias posibilidades. Y eso es importante porque (salvo que nos toque la lotería), nadie consigue nada por encima de lo que piensa que puede conseguir.

No obstante, la autoestima cae dentro del ámbito de lo psicológico. Y, al igual que ocurre con la dimensión física, hay gente con mejor o peor constitución psíquica. Y en ambos casos se puede actuar mejorando o empeorando lo que tenemos. Gestionar la percepción de nuestras capacidades y posibilidades requiere esfuerzo, técnicas y constancia, pero está al alcance de todos.

Sobre esa base, quería subrayar algo fundamental: todos tenemos también puntos débiles. Superman tiene su kriptonita, Aquiles su talón y Sansón su melena.

Conocer nuestras fortalezas es clave para desarrollar nuestra autoestima, pero también lo es identificar nuestras vulnerabilidades, aquellas cosas que nos pueden hacer daño.

En el plano físico esas fragilidades son más visibles: una persona saludable y fuerte puede tener alergias, enfermedades o alguna lesión que debe cuidar. Saberlo y actuar en consecuencia evita que un descuido o la influencia de otros lo pongan en peligro.

Lo mismo ocurre en el plano psicológico e incluso moral. Reconocer nuestras limitaciones no nos debilita, sino que nos da herramientas para protegernos y crecer con más solidez. No se trata sólo de ser fuertes, sino de ser sabios respecto a nuestras propias kriptonitas.

Al aceptar nuestras vulnerabilidades, no sólo fortalecemos nuestra autoestima, sino que también nos abrimos a nuevas posibilidades y experiencias. Nuestras vulnerabilidades son parte de lo que nos hace humanos. Al abrazarlas y gestionarlas, podemos vivir una vida más plena y auténtica.




jueves, 21 de noviembre de 2024

Miedo a lo desconocido

 




Cuando nos movemos en un mundo de costumbres, rutinas y estímulos conocidos, sabemos ya qué nos cabe esperar, sea bueno o malo. En ese mundo, aunque no nos vaya del todo bien, nos sentimos protegidos: conocemos las reglas, sabemos cómo actuar, cómo movernos, cómo responder.

No necesitamos correr el riesgo de inventar nuevas respuestas ni de intentar enfoques diferentes, porque la creatividad, aunque emocionante, no garantiza el éxito.

Por eso, enfrentarnos a algo extraño o ajeno a ese mundo nuestro nos sacude, zarandea nuestra cómoda existencia. Canetti, en Masa y poder, a esa sacudida la llama miedo. O algo de esto le entiendo cuando dice:

“Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido;

Nichts fürchtet der Mensch mehr, als berührt zu werden von etwas, das ihm unbekannt ist",

Canetti, E., Masse und Macht.


martes, 19 de noviembre de 2024

Amor: regalo y tarea

 




El amor tiene buena prensa. Merecidamente, sin duda.

Tiene algo de cielo y de infierno; y también de purgatorio… tiene, por tanto, un poco de todo; es sublime siempre y, a veces, penoso.

Es un regalo que recibimos sin merecerlo, como la flecha que nos lanza Cupido y nos llena de deseo; pero es también una tarea, una decisión firme. Es, por tanto, camino y destino, tierra y cielo.

Quizá por eso el amor nos atrae y nos desconcierta. No es sólo deseo ni sólo tarea esforzada; es una paradoja viva que nos impulsa a seguir adelante, soñando con ese cielo que creamos al compartir el camino. 

Está compuesto de voluntad (hay que querer) y de impotencia (hay que ser amado).

Es este delicado equilibrio entre querer y ser querido lo que da al amor su fuerza y su fragilidad. No podemos exigirlo ni apropiárnoslo; sólo podemos esperarlo y vivirlo agradecidamente, confiando en que, al entregarnos, transformaremos cada paso en un reflejo y un camino hacia el cielo. 

Algo de esto me sugiere José Alfonso Romero Pérez-Seguín cuando dice:

 

“quiero ir contigo allí donde vayas,

Y que allí donde vayas sea el cielo”

 

José A. R. Pérez-Seguín, Como flores de almendro


lunes, 18 de noviembre de 2024

Más allá del montón

 




Pertenecer a la raza humana es, en cierto sentido, ser uno más, uno del montón.

En cierto sentido, eso es verdad; pero es una verdad que no nos satisface. Nos parece, más bien, que la verdad es más amplia, más rica. Es más, lo mejor de nuestra verdad queda fuera de la realidad de nuestra pertenencia a la especie humana.

Junto a eso, sin negarlo, se alza una idea hermosa, evocadora, verdadera: cada uno es único. Así nos sentimos íntimamente.

Los enfoques existencialistas que acentúan la individualidad y la responsabilidad personales toman ahí su punto de apoyo. El sentido individual de cada vida se configura entonces lejos de la pertenencia a la especie y se acerca a un proceso de auto-descubrimiento que algunos aproximan a la auto-creación.

Algo de esto le entiendo a Hesse cuando afirma que cada persona es «un intento precioso y único de la naturaleza; deren jeder ein kostbarer, einmaliger Versuch der Natur ist»,


Hesse, Demian.


jueves, 7 de noviembre de 2024

Voces vacías ante el desastre



En la vida de los individuos y de los pueblos, los desastres ocurren inevitablemente; el verdadero reto radica en cómo se afrontan.

Juan Rulfo en El día del derrumbe describe cómo, tras un desastre, un político (el gobernador) acude a la zona afectada para alentar a la población y pronuncia un discurso que refleja su desconexión con la realidad:

«Hoy estamos aquí presentes, en este caso paradojal de la naturaleza, no previsto dentro de mi programa de gobierno…», El día del derrumbe, 213

El gobernador ha ido al lugar siniestrado únicamente para cumplir con su papel de autoridad, pronunciando palabras que evidencian su distancia y su indiferencia ante el sufrimiento real. Su lenguaje altisonante y vacío se convierte en símbolo de la indiferencia burocrática: en lugar de reconfortar o movilizar a quienes sufren, su discurso se percibe como una formalidad, un acto ceremonial carente de sentido para aquellos que padecen las consecuencias del derrumbe.

La figura del gobernador en Rulfo me recuerda las críticas de Kafka a la burocracia como un sistema autorreferencial y alienante, que termina por transformarse en una estructura en la que el cumplimiento de reglas y protocolos se impone sobre las necesidades humanas. Al igual que en las obras de Kafka, la burocracia en Rulfo aparece como una entidad autocomplaciente y absurda, cuyos representantes, aislados en su propia lógica, muestran una desconexión casi caricaturesca con la realidad.

Así, Rulfo y Kafka coinciden en señalar que la burocracia, en lugar de ser un medio de apoyo y protección para la sociedad, se transforma en un fin en sí misma: una red que encierra y sofoca a los individuos con sus propios rituales y discursos vacíos. La ironía de Rulfo, como la de Kafka, es una denuncia de un sistema que, en su aparente solidez y orden, es incapaz de responder a las necesidades reales de las personas. Con su "programa de gobierno", el gobernador, se convierte en un personaje trágicamente cómico, atrapado en una maquinaria que lo desvincula de la realidad, transformándolo en un actor más en el teatro burocrático, donde la apariencia de orden importa más que el bienestar de los ciudadanos.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

La autoridad en tiempos de crisis



Los desastres han acompañado siempre a la humanidad. Juan Rulfo, en su cuento El día del derrumbe, rememora una de esas calamidades, reflejando tanto la reacción de la gente como la de sus dirigentes.

Cuando un lider tiene autoridad y prestigio (además de poder y mando), su sola presencia consuela y da esperanza. O algo de esto le entiendo a Rulfo cuando dice:

“Todos ustedes saben que nomás con que se presente el gobernador, con tal de que la gente lo mire, todo se queda arreglado. La cuestión está en que al menos venga a ver lo que sucede, y no que se esté allá metido en su casa, nomás dando órdenes. En viniendo él, todo se arregla, y la gente, aunque se le haya caído la casa encima, queda muy contenta con haberlo conocido”,

Rulfo, El día del derrumbe en El llano en llamas, 211.

jueves, 31 de octubre de 2024

Azorín, modernidad y voluntad

 




Azorín, modernidad y voluntad

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

El año 1902 conoció la publicación de cuatro novelas destacables: Sonata de otoño (Valle-Inclán), Amor y pedagogía (Unamuno), Camino de perfección (Pío Baroja) y La voluntad (Azorín). Buena parte de las dos últimas transcurren en Yecla.

En el presente texto nos centraremos en La voluntad. El autor firma como José Martínez Ruíz. El personaje central es Antonio Azorín, todo un símbolo; de su época, de su generación, del modo de ver el mundo de su autor; de ahí que más adelante Azorín sea adoptado como seudónimo. Incluye la novela una serie de cartas de gran interés dirigidas a Pío Baroja.

En La voluntad late el espíritu de la generación del 98, la sombría concreción española del pensamiento típico de la modernidad. Sus personajes respiran el aliento de Schopenhauer o Nietzsche, que es tanto como decir que por sus páginas late una comprensión de la vida humana construida desde la singularidad. Porque si la razón nos hace vivir un mundo común (lo que el pensamiento entiende lo entiende para todo ser pensante), respecto a la impulsividad y la afectividad (a la voluntad, en suma) ocurre que cada uno tiene la suya.

miércoles, 16 de octubre de 2024

Ser Adulto: Entre la Independencia y la Gratitud

 


Ser adulto implica adquirir la capacidad de gestionar la propia vida, tomar decisiones por uno mismo y dirigir el propio camino. En otras palabras, la madurez va de la mano de la independencia y de la habilidad para cumplir los propios objetivos.

Por el contrario, la infancia está marcada por la necesidad del otro, por la dependencia. Esto nos coloca en una constante deuda, o dicho de otro modo, en un estado permanente de gratitud y apertura.

Algo de esto le entiendo a Chesterton cuando dice que


"La prueba de la felicidad es la gratitud;
The test of all happiness is gratitude; and I felt grateful, though I hardly knew to whom.",

Chesterton, Ortodoxia, IV: Ética en el país de los elfos.

jueves, 10 de octubre de 2024

Fructificar en tierra baldía





Cada uno de nosotros recibe dones distintos. Hay personas mejor dotadas, sin importar el tipo de don del que hablemos. Lo que hemos recibido no es para guardarlo, sino para ponerlo en juego, para hacerlo fructificar. Esa es nuestra tarea, nuestra misión en la vida.

Materia y forma, diría Aristóteles. Poco podemos hacer respecto a lo que se nos ha dado (más allá, quizá, de mostrar gratitud). Sin embargo, podemos hacerlo todo con lo que se nos da, ya sea un vergel o una tierra yerma, un tepetate, como menciona Rulfo:

«A nosotros nos dieron esta costra de tepetate para que la sembráramos»,

Rulfo, El llano en llamas; «Nos han dado la tierra», p. 114.

jueves, 3 de octubre de 2024

Vacío y promesa; Rulfo y Saint-Exupéry

La llanura árida, el secarral, es abrasador e infecundo. Tanto da que se hable de paisajes físicos o espirituales.

Algo de esto le entiendo a Juan Rulfo cuando escribe:
«¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh? […]
No, el llano no es cosa que sirva»,
Rulfo, El llano en llamas; Nos han dado la tierra, 113.

También es abrasador el desierto en el que cae el Principito, pero Saint-Exupéry escribe:
«Lo que embellece al desierto –dijo el principito– es que esconde un pozo en algún lugar;
Ce qui embellit le désert, dit le petit prince, c'est qu'il cache un puits quelque part...»
Saint-Exupéry, El principito, cap. 24.

Mientras que Rulfo ve un paisaje árido y desolador, sin utilidad aparente, Saint-Exupéry subraya que incluso el lugar más estéril puede esconder algo valioso. Así como un desierto físico puede parecer vacío pero albergar un pozo oculto, los desiertos espirituales pueden contener una fuente de vida y sentido, si sabemos dónde y cómo buscar.

Tal vez la vida misma sea así: a veces se siente como un llano infecundo, pero siempre existe la posibilidad de que esconda un pozo, un sentido, una esperanza en algún lugar.

martes, 1 de octubre de 2024

Nefarious: El mal, la mentira y la Iglesia (3)

 

 



Entusiasmo por la realidad:

El mal, la mentira y la Iglesia (3)

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Esta sección intenta contagiar entusiasmo. Ante la realidad, no una fogosidad fruto de peculiares y envidiables disposiciones psicológicas. Entusiasmo al descubrir la maravilla de la realidad.

Aunque hay mal y hay gente mala. Las dos últimas entradas de esta sección se han ocupado precisamente de este asunto: ¿cómo entusiasmarse ante una realidad que incluye el mal? Tomamos pie de la película Nefarious, cuando habla el diablo.

Sentimos instintivamente que el mal no debería existir. Pero ahí está, a cada paso que damos. Requiere, por tanto, una explicación. Para entenderlo y, comprendiéndolo, atenuar su impacto en nuestras vidas.

viernes, 27 de septiembre de 2024

Para entender lo que nos pasa: Casandra 3





Occidente está en crisis. Cultural, espiritual y existencial. En Casandra 3, exploro 24 obras literarias que revelan los signos de esta crisis y nos brindan claves para entender sus causas y posibles soluciones.

Comparto aquí el prólogo del libro, donde presento algunas reflexiones iniciales y las principales líneas de análisis:

 

“Al parecer, Occidente se muere.

Occidente es nuestro mundo espiritual, nuestro modo de sentir y entender la vida.

Demasiado descuido, demasiados enemigos. Gana el cansancio y el suicidio.

Este tercer volumen, Casandra 3, recoge 24 referencias literarias para entender eso: que Occidente se muere. Y para entender por qué. Porque tiene enemigos que trabajan en la destrucción de nuestro modo de vida.

Quisiera resaltar dos enemigos especialmente presentes, activos y nocivos. En el volumen anterior ya hice referencia a uno de ellos: la concepción totalitaria de la existencia que intenta controlar al individuo desde la cuna a la tumba, decretando (a través del sistema educativo, los medios de comunicación, etc) lo que sabe y siente (puede comprobar el lector que incluso los currículos escolares inciden en modos de valorar y sentir de los alumnos, por encima de transmisión de conocimientos). El socialismo, se vista como se vista, tendencialmente consiste en otorgar valor exclusivo a lo que el Gran Hermano establece. Por eso, leemos en Orwell que si se pudiera sustraer al poder del Estado la simple afirmación “2 + 2 = 4”, entonces podríamos escapar al control totalitario.

[…]”

 

Índice parcial:

1.       El último hombre occidental: 1984
2.       El suicidio de Occidente
3.       Robinson, el náufrago
4.       La sabiduría del Conde Lucanor
5.       La gaviota que aprendió a volar
6.       Las cartas del diablo
7.       Esperanza en el Paraíso

 

Este es solo un vistazo al profundo análisis que Casandra 3 ofrece. Si deseas comprender más sobre la crisis de Occidente y encontrar claves literarias para afrontar nuestro tiempo, no te pierdas el resto del libro. Disponible en tapa dura, tapa blanda y Kindle en este enlace:

https://tinyurl.com/Casandra-3

 


martes, 13 de agosto de 2024

Ante la aniquilación

 




Sobrevivir a la aniquilación

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Traducido a más de 40 idiomas, Michel Houellebecq (1958) es uno de los autores contemporáneos más relevantes y leídos.

Sus lectores se han visto divididos respecto a su novela Aniquilación (2022). Ha influido en ello su extensión (730 páginas en la edición francesa de Flammarion, 604 en la española de Anagrama) pero no sólo eso, ya que Houellebecq tiene oficio de sobra para mantener el interés de la narración.

martes, 6 de agosto de 2024

Nefarious: ¿y si la batalla continúa? (2)

 

Entusiasmo por la realidad

 

  



Nefarious: ¿y si la batalla continúa? (2)

 

 

Manuel Ballester

 

 

Sabemos que a veces actuamos mal. Y que hay gente mala, malvada.

Sabemos también que no queremos ser malas personas pero, a veces, aún a sabiendas obramos mal (Video meliora proboque, deteriora sequor, por decirlo con la sentencia clásica).

El mal es, en definitiva, algo real y misterioso.

Es un misterio porque no sabemos exactamente qué es. Hoy se considera un problema de salud. Así como los cuerpos sufren enfermedades (males físicos) que van desde el simple dolor muscular hasta un cólico nefrítico o un cáncer, ocurre lo mismo en el plano psíquico donde hay distinto tipo de trastornos. Y eso sería el mal: un desarreglo físico-corporal o psíquico-emocional. Visto así, erradicar el mal es cuestión de ciencia y fármaco o, lo que es lo mismo, de psiquiatra.

jueves, 1 de agosto de 2024

El suicidio del pensamiento (A propósito de Chesterton, Ortodoxia, 3)

 



El suicidio del pensamiento

A propósito de 

Chesterton, Ortodoxia, 3

 

 

Manuel Ballester

 

 

La tesis que Chesterton va construyendo capítulo a capítulo en Ortodoxia es que hay una realidad, un mundo, que es maravillosa, que contiene lo que es más que suficiente para que los hombres vivamos dichosamente. Porque el cosmos ha sido puesto para disfrute del hombre (y no al revés, como afirma la reciente ecolatría en sus diversas formas y nombres).

El hombre, nosotros, ha sido creado para disfrutar. Anhelamos lo que los griegos llaman eudaimonía, es decir, vida plena, vida a lo grande o vida buena (a condición de no confundir la buena vida con la vida buena, claro).

Y esto no es una opinión entre otras igualmente válidas o vaya usted a saber porque si vale todo, nada vale. Y nadie plantea sensatamente una tesis diciendo que a lo mejor no es verdad y que quizá la opuesta valga tanto como lo que él sostiene. No: cuando una persona lúcida, sensata, afirma algo es porque piensa que eso es así, realmente así, verdaderamente así.

martes, 30 de julio de 2024

Opiniones y razón

Hay opiniones para todos los gustos.

Incluso hay opiniones que son verdaderas, pero son verdaderas no por ser opiniones sino por otro motivo.

La verdad tiene que ver con la razón.

Quizá por eso Chesterton señala que la tarea de nuestro tiempo consiste en defender la razón «porque necesita ser defendida. Todo el mundo moderno está en guerra con la razón; y la torre ya se tambalea;

The whole modern world is at war with reason; and the tower already reels»,

Chesterton, Ortodoxia, 3.

lunes, 29 de julio de 2024

Naturaleza, tradición, progreso

La tradición son los “hábitos”, las costumbres, que una sociedad acumula. Son los modos de entender y enfrentarse al mundo. Son la fuerza de la sabiduría de nuestros padres que permiten enfrentarse creativamente para construir nuestro futuro.

Pero las tradiciones no son instintos ni rígidos automatismos porque son hábitos humanos.

Algo de esto le entiendo a Manzoni

«las tradiciones, si uno no las ayuda, dicen por sí solas siempre demasiado poco;

le tradizioni, chi non le aiuta, da sé dicon sempre troppo poco»,

Manzoni, Los novios, XXXVIII, 701.

viernes, 26 de julio de 2024

Donde se está bien

Cuando acaba la guerra de Troya, Ulises emprende un viaje lleno de peripecias para recuperar el lugar en el mundo al que le merece la pena volver. Porque es el lugar donde está la gente a la que quiere, la gente que le reconoce y valora: la familia y la patria, en suma.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«la patria está donde se está bien;

la patria è dove si sta bene»,

Manzoni, Los novios, XXXVIII, 692.

miércoles, 24 de julio de 2024

Soportar lo insoportable

Quien es fuerte se enfrenta a las cosas como son: aplaude y disfruta lo que es bueno y bello; rechaza y combate lo injusto.

Quien es débil se rebela aparatosamente ante cuestiones nimias cuando presume que serán vencidas. Si la injusticia le supera, no se arriesga a protestar.

El fuerte mira la realidad; el débil preserva su individualidad.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«los hombres somos en general así: nos rebelamos indignados y furiosos contra los males llevaderos y nos doblegamos en silencio bajo los extremos; soportamos, no resignados sino idiotizados, el colmo de lo que al principio habíamos llamado insoportable;

Ma noi uomini siam in generale fatti così: ci rivoltiamo sdegnati e furiosi contro i mali mezzani, e ci curviamo in silenzio sotto gli estremi; sopportiamo, non rassegnati ma stupidi, il colmo di ciò che da principio avevamo chiamato insopportabile»,

Manzoni, Los novios, XXVIII, 508

martes, 23 de julio de 2024

Sobrivivir o ahorrar

Se dice a veces que hay que disfrutar el momento, sacarle todo el partido posible a las cosas. Es un objetivo que cualquier animal suscribiría, claro. Se trata de sobrevivir un día más y del modo más placentero posible. En términos económicos podríamos denominarlo “consumo”.

Cuando nuestro horizonte es vivir una vida plena, que incluye el futuro (es decir, nuestros hijos), entonces la supervivencia y el consumo siguen siendo necesarios, pero nuestro objetivo no acaba en nosotros. A esto se le podría denominar “ahorro”.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«el dinero gusta a quien lo necesita; mas no será éste el que lo engorde;

i danari fanno piacere a chi n’ha bisogno; ma questi non sarannoquelli che lo faranno ingrassare»,

Manzoni, A., Los novios (I promessi sposi), XXVI, 476.

lunes, 22 de julio de 2024

El miedo y el mal

Hay personas, instituciones y situaciones con poder para hacer sufrir, para provocar miedo, para generar acciones y ambientes malsanos.

Es comprensible que el valor da vértigo y, por eso, la maldad se apoya en el ánimo encogido de algunos. O eso le entiendo a Manzoni:

«la iniquidad no se funda sólo en sus propias fuerzas, sino también en la credulidad y el miedo ajenos;

l’iniquità non si fonda soltanto sulle sue forze, ma anche sulla credulità e sullo spavento altrui»,

Manzoni, Los novios, XXVI, 466

jueves, 18 de julio de 2024

Grandeza, libertad y deber

Lo que somos y el lugar que ocupamos en la vida, al margen de que lo hayamos elegido o no, nos obliga a elegir entre lo que nos hace grande y dignos o lo contrario.

En ambos casos, libertad significa obedecer a uno de los posibles cursos de acción: lo que es nuestro deber y nos engrandece o lo que nos degrada.

Por eso Manzoni dice lo que dice:

«Habéis obedecido a la iniquidad, descuidado lo que el deber os prescribía;

Avete ubbidito all’iniquità, non curando ciò che il dovere vi prescriveva»,

Manzoni, Los novios, XXVI, 464.

Buena voluntad

Tener buena intención y nobles ideales está bien y es mejor que su contrario, pero no siempre basta ni siquiera una "voluntad pura" (ein reiner Wille), que diría Kant.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«como a menudo decía a los demás y a sí misma, todo su afán era secundar la voluntad del cielo: pero cometía con frecuencia una grave equivocación, y era confundir su cerebro con el cielo»,

Manzoni, Los novios, XXV

miércoles, 17 de julio de 2024

Lo bueno y lo mejor. Y el mal

A veces nos empeñamos en ciertos enfoques y en ciertas acciones. Que pueden estar bien, no lo discuto. Pero, ahí está el problema, que pueden volvernos ciegos para opciones mejores.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«podría ir al paraíso en carroza, y quiere ir a la casa del diablo a la pata coja;

Potrebbe andare in paradiso in carrozza, e vuol andare a casa del diavolo a piè zoppo»,

Manzoni, Los novios, XXIII, 415.

martes, 16 de julio de 2024

Vivir el límite

Que no controlamos los aspectos más esenciales de nuestra vida se hace más evidente cuando las cosas van mal.

Todos sufrimos, por distintos motivos. Pero hay distintos modos de afrontarlo.

Quizá por eso Manzoni dice lo que dice:

«la embargó tal angustia, que deseó morir. Mas en aquel momento recordó que podía al menos orar, y junto con ese pensamiento, brotó en su corazón como una repentina esperanza

fu vinta da un tale affanno, che desiderò di morire. Ma in quel momento, si rammentò che poteva almen pregare, e insieme con quel pensiero, le spuntò in cuore come un’improvvisa speranza»,

Manzoni, Los novios, XX, 380.

lunes, 15 de julio de 2024

Somos lo que hacemos

Lo que hacemos nos constituye en el sentido profundo de que hacer algo es, simultaneamente, hacer-se.

Quien obra rectamente (en el campo profesional, social o cualquier otro) se hace una persona honorable y digna.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«El delito es un amo rígido e inflexible, contra el que sólo se hace fuerte quien se rebela por entero;

Il delitto è un padrone rigido e inflessibile, contro cui non divien forte se non chi se ne ribella interamente»,

Manzoni, Los novios, XX, 353

viernes, 5 de julio de 2024

Acción y sentido

Todos tenemos cualidades.

Podemos entenderlas como cosa nuestra, como rasgos que permiten nuestro progreso (al margen de qué entendamos por “progreso”).

Podemos entenderlas integrando lo anterior en el seno de las comunidades a las que pertenecemos.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«Dios me ha dado bienes para que haga el bien;

Dio m’ha dato del bene, perché faccia del bene»,

Manzoni, Los novios, XVIII, 324

jueves, 4 de julio de 2024

Deseo y sosiego

La estructura del hombre le impide contentarse con lo que es y lo que tiene. Nunca somos todo lo que podemos ser, siempre podemos ser más. Ahí nacen los deseos y la dificultad del sosiego.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«Basta a menudo un deseo para quitarle la paz a un hombre; conque, imaginaos dos a la vez, uno en guerra con el otro;

Basta spesso una voglia, per non lasciar ben avere un uomo; pensate poi due alla volta, l’una in guerra coll’altra»,

Manzoni, Los novios, XVII.

martes, 2 de julio de 2024

Cordura y amistad

Necesitamos amigos, gente en la que confiar y con la que poder hablar abiertamente.

Necesitamos también entender que la cordura tiene que ver con el corazón pero también con el dominio de sí mismo.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«Uno de los mayores consuelos de esta vida es la amistad; y uno de los consuelos de la amistad es tener a quien confiar un secreto. Ahora bien, los amigos no son a pares, como los matrimonios; todos, hablando en términos generales, tienen más de uno: lo cual forma una cadena cuyo fin nadie puede encontrar

Una delle più gran consolazioni di questa vita è l’amicizia; e una delle consolazioni dell’amicizia è quell’avere a cui confidare un segreto. Ora, gli amici non sono a due a due, come gli sposi; ognuno, generalmente parlando, ne ha più d’uno: il che forma una catena, di cui nessuno potrebbe trovar la fine»,

Manzoni, Los novios, XI

lunes, 1 de julio de 2024

Inteligencia y apertura

Quienes actúan espontánea e irreflexivamente, dejan ver lo que ellos son.

La inteligencia, vestida de cortesía y prudencia, tiene en cuenta además la realidad de los otros y del mundo en general.

Algo de esto le entiendo a Manzoni:

«cuando conozcas el mundo como yo, verás que […] los señores, quien más, quien menos, unos de un modo, otros de otro, todos están algo tocados. Hay que dejarlos hablar, especialmente cuando se necesita de ellos; fingir que uno los toma en serio, como si dijeran cosas sensatas;

I signori, chi più, chi meno, chi per un verso, chi per un altro, han tutti un po’ del matto. Convien lasciarli dire, principalmente quando s’ha bisogno di loro; far vista d’ascoltarli sul serio, come se dicessero delle cose giuste»,

Manzoni, Los novios, X

jueves, 27 de junio de 2024

Tiempo, vejez y muerte

La opacidad de los tiempos: Entre el envejecimiento y la muerte

Somos hijos de nuestro tiempo, pero también poseemos la capacidad única de tomar distancia, pensar críticamente y sacar conclusiones propias sobre nuestro entorno. El torbellino de nuestra época, desde diversas pantallas, subraya con urgencia ciertos asuntos mientras que oculta otros. Esta selección de qué destacar y qué minimizar, ¿cómo afecta nuestra percepción del mundo y de la vida?

Nuestro tiempo, nuestro mundo, ha alcanzado una capacidad única para influir en cómo percibimos el mundo y la vida. En Las partículas elementales, Michel Houellebecq captura una concreción particularmente significativa de este cambio cuando escribe:

«Su época estaba a punto de lograr una transformación inaudita: ahogar el sentimiento trágico de la muerte en la sensación más general e insulsa del envejecimiento» (Houellebecq, Las partículas elementales, I, 119).

Esta aguda observación del autor nos invita a reflexionar sobre la manera en que nuestra sociedad ha reconfigurado la tragedia de la muerte en un proceso casi administrativo del envejecimiento. ¿Qué revela esta transformación sobre nuestra relación con el tiempo, la vida y nuestra propia y personal mortalidad? ¿Cómo hemos llegado a este punto y qué implica para nosotros como individuos y como comunidad?

Que una sociedad sustituya la consideración del “sentimiento trágico de la muerte” por el problema del “envejecimiento”, no es una cuestión meramente semántica; refleja un cambio profundo en nuestros valores y preocupaciones.

Somos hijos de nuestro tiempo, pero también poseedores de una facultad única para distanciarnos y reflexionar. Al ejercer este pensamiento crítico, no sólo comprendemos mejor las dinámicas de nuestra era, sino que también nos dotamos de las herramientas necesarias para moldearla. A través de esta toma de conciencia, podemos sacar conclusiones que no sólo desafían lo establecido, sino que proponen caminos alternativos para nuestro futuro.

Frente a esta realidad, tenemos opciones: podemos dejarnos llevar por la trivialidad, convertir la muerte en un juego estilo Halloween, pero también podemos detenernos a considerar si esta evolución es un progreso o una pérdida. ¿Es esta transformación un signo de madurez en nuestra civilización, o es una señal de que estamos perdiendo algo esencial sobre la condición humana?


miércoles, 26 de junio de 2024

El hombre y sus referentes

Que el hombre está naturalmente referido a los demás significa que necesita a los otros, que nadie se basta a sí mismo.

Y, ya puestos, cuenta mucho qué tipo de relaciones, referentes y modelos guíen nuestro pensamiento y nuestra conducta.

Algo de esto le entiendo a Houellebecq:

«Sin referencias concretas el hombre se dispersa y no da de sí»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 118.

lunes, 24 de junio de 2024

Saber y vivir

En los individuos y en las civilizaciones, en las personas e instituciones, hay algo que les hace ser y vivir, ser en plenitud y vivir con sentido. Los antiguos le llamaron alma, por nombres no va a quedar.

Por eso, cuando se debilita el principio vital (es decir, cuando uno se des-anima o se queda sin alma), entonces empieza a oler a cadáver.

Algo de esto dice Houellebecq que le pasa a la gente de nuestro tiempo:

«Una cosa era segura: nadie sabía ya cómo vivir. Bueno, estaba exagerando: algunos parecían movilizados, como si los arrastrara una causa»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 118.

viernes, 21 de junio de 2024

Sexo, individuo y engaño

La capacidad de engañarnos y de dejarnos engañar es sorprendente.

Por eso, a veces conseguimos exactamente lo contrario de lo que pretendemos.

O algo de eso le entiendo a Houellebecq:

«Es chocante comprobar que a veces se ha presentado la liberación sexual como si fuera un sueño comunitario, cuando en realidad se trataba de un nuevo escalón en la progresiva escalada histórica del individualismo»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 114

miércoles, 19 de junio de 2024

Acercarse o alejarse

No es lo mismo lo que se hace y cómo se hace o, como diría Aristóteles, la materia y la forma.

Comunicarse no siempre es sinónimo de acercamiento. O algo de esto le entiendo a Houellebecq:

«la palabra, que crea una relación, también puede separar»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I , 111

martes, 18 de junio de 2024

La insensatez de creer en sí mismo

 

A propósito de

 

 

Ortodoxia 2:



La insensatez de creer en sí mismo

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Lo que todos queremos, radicalmente, es una vida plena, feliz. Por otra parte, el mundo, nuestro mundo, es maravilloso. Es un paraíso que contiene lo que necesitamos para ser felices.

Esto es, en síntesis, lo que Chesterton dejó establecido en el primer capítulo de Ortodoxia (In Defence of Everything Else; En defensa de todo lo demás) sobre el que escribimos en el número anterior de Letras de Parnaso.

Tomamos impulso en esa tesis para sorprendernos con el título del segundo capítulo: The Maniac que, si bien admite diversas traducciones al español (maniático, demente, loco, lunático), al final hablamos de gente cuyo lugar es el manicomio.

miércoles, 12 de junio de 2024

Juventud: grandeza y carencia

La vida se experimenta y se expresa de modos diversos en distintos momentos: infancia, juventud, madurez.

Nuestro mundo, tan poco intelectual, tan sentimental y, por tanto, tan dado a los planteamientos rotundos y categóricos, considera que la vida es sólo juventud, sólo pasión y gozo.

Y algo de eso hay en la vida de los hombres y los pueblos. Pero no sólo.

Algo de esto le entiendo a Houellebecq:

«En un mundo que sólo respeta a la juventud, los seres son devorados poco a poco»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 110.

martes, 11 de junio de 2024

El suicidio de Occidente



 

El suicidio de Occidente

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Hace tiempo que se detecta una debilidad en nuestra cultura. Nuestro mundo es Occidente, un modo de entender y sentir el mundo que ha sido fruto de una larga tradición o, por decirlo con otros términos: Occidente hunde sus raíces muy profundamente, en Grecia, Roma y el cristianismo.

Toda cultura, también la nuestra, es fundamentalmente un legado, tradición, raíces que transmiten sabia para los nuevos brotes. Y las siguientes generaciones han de apropiarse de la herencia para seguir construyendo.

Fue Ortega quien señaló que el hombre moderno, el que está en crisis, se comporta como un niño mimado: piensa que todo le es debido, que lo tendrá siempre; no entiende que el primer deber es reconocer el valor de lo que recibe, ser agradecido e intentar subirse a hombros de los gigantes que son sus antepasados.

Michel Houellebecq (1956) cuenta en su haber con diversas obras notables en las que disecciona con precisión quirúrgica el desmoronamiento que se está produciendo ante nuestras narices. La novela Sumisión (2015) es, desde esa perspectiva, otra obra maestra. Una más en la serie de Houellebecq (recuérdese, por ejemplo, Ampliación del campo de batalla, 1994 y Las partículas elementales, 1998) y, a mi juicio, a la altura y complementaria a la célebre 1984, de Orwell.

viernes, 7 de junio de 2024

Los tiempos y las personas

Hay épocas bárbaras. Tiempos en que la relación básica con los otros está orientada al dominio, la explotación y el disfrute personal. Y nada más.

Pero las personas tenemos algo que nos permite afirmar nuestra libertad, dignidad, grandeza… por encima de nuestro tiempo.

Algo de esto le entiendo a Houellebecq:

«Con más de sesenta años, recién jubilada, accedió a ocuparse otra vez de un niño, el hijo de su hijo. A él tampoco le había faltado de nada, ni ropa, ni buenas comidas los domingos, ni amor. Ella le había dado todo eso. Un examen mínimamente exhaustivo de la humanidad debe tener en cuenta necesariamente este tipo de fenómenos»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 15

martes, 4 de junio de 2024

Sobre la muerte

Hay un hecho tan innegable como universal: la muerte. Moriremos.

Y otro hecho, distinto pero muy relacionado: que el hecho de la muerte se aleje del “debate” público o, incluso, del ámbito de la conciencia.

Quizá merezca la pena pararse a pensar, admirarse ante lo paradójico (o lo aporético, que diría Aristóteles).

Algo de esto le entiendo a Houellebecq:

«Para el occidental contemporáneo, incluso cuando se encuentra bien, la idea de la muerte constituye una especie de ruido de fondo que invade el cerebro cuando se desdibujan los proyectos y los deseos. Con la edad, la presencia del ruido aumenta; puede compararse a un zumbido sordo, a veces acompañado de un chirrido. En otras épocas el ruido de fondo lo constituía la espera del reino del Señor; hoy lo constituye la espera de la muerte. Así son las cosas»,

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 14.

viernes, 31 de mayo de 2024

Romanticismo o las canas de Penélope

 





Romanticismo o las canas de Penélope

 

 

 

Manuel Ballester

 

 

Cada época tiene su sensibilidad que se plasma en un conjunto de ideas sobre el mundo y la vida. Y esa sensibilidad es, para los hombres de esa época, tan natural como el aire que respiran. Son ideas y creencias en las que se está o, como diría Ortega, que más que tenerlas, “nos tienen”. No son necesariamente falsas; no son necesariamente verdaderas. Descubrirlas, cuestionarlas y ponderarlas es la arriesgada tarea que los intelectuales de cada época pueden asumir.

Es un riesgo porque la mayoría de la gente se siente agredida y violentada cuando alguien señala que alguna de estas ideas podría ser incompleta, deficiente o cualquier otro matiz de este tipo. A modo de ejemplo, piénsese en la época en que todos usaban peluca blanca para simular las canas de la vejez. Ahí la idea en la que todos creen es que la vejez es la mejor edad del hombre y, precisamente por eso, los jóvenes disimularon su edad y nadie osó defender entonces los valores juveniles. Los ejemplos, en fin, podrían multiplicarse.

jueves, 30 de mayo de 2024

Precio del desprecio de los valores

Cada época siente la vida de un modo peculiar.

También nuestro tiempo tiene sus luces y sombras; nos impulsa a pensar y sentir ciertos aspectos y descuidar otros. Y eso tiene un coste, claro.

Algo de eso le entiendo a Houellebecq:

«Los problemas de valores de la vida humana, de los que nunca se hablaba abiertamente, siguieron dando vueltas en todas las cabezas; se puede afirmar sin la menor duda que en parte contribuyeron, en el curso de las últimas décadas de la civilización occidental, al establecimiento de un clima general depresivo e incluso masoquista»

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 12.

miércoles, 29 de mayo de 2024

El camino hacia lo humano

 

Dominar las ciencias, cualquiera de ellas, tiene su dificultad y su premio. Porque dominar tiene que ver con sentir que estamos por encima de lo que sabemos.

Pero, aunque se habla de ciencias humanas, sociales, culturales, etc,, lo humano en nosotros y en los demás se esconde. No se deja dominar por ese método que llaman científico.

Hay que recorrer otros caminos: quien lo probó, lo sabe.

Algo de esto le entiendo a Houellebecq cuando se mete en la cabeza de un ilustre científico:

«El universo humano —empezaba a darse cuenta— era decepcionante, lleno de angustia y de amargura. Las ecuaciones matemáticas le daban una íntima y serena alegría. Avanzaba en penumbra, y de pronto encontraba una salida»

Houellebecq, Las partículas elementales, I, 11