Un rasgo del mundo en el
que vivimos, nos movemos y somos es la aspiración a la independencia, la
emancipación, la afirmación de la individualidad como referente de
nuestro actuar y vivir. Y está bien. Aunque independencia y emancipación son
negativos, está bien. A condición, claro, de que se entienda que se trata de
quitar los obstáculos que impidan la plena realización del individuo, que se
trata de andar cada uno por el camino de su propia grandeza. Y así la vida
tendrá sentido. Porque habremos sido autores de nuestra existencia, habremos
escrito con nuestro estilo el libro de nuestra vida. Y será única y admirable.
Quedarse en la
negatividad, que también pasa, es truncar la existencia y apostar la vida al juego de la
cultura de la queja, que diría Hughes.
Algo de esto le entiendo a Ortega. Y ahí lo dejo. Por si interesa:
«Como el esnob está vacío de destino propio, como
no siente que existe sobre el planeta para hacer algo determinado e
incanjeable, es incapaz de entender que hay misiones particulares y especiales
mensajes. Por esta razón es hostil al liberalismo, con una hostilidad que se
parece a la del sordo hacia la palabra. La libertad ha significado siempre en
Europa franquía para ser el que auténticamente somos. Se comprende que aspire a
prescindir de ella quien sabe que no tiene auténtico quehacer».
Ortega
y Gasset, La rebelión de las masas.
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